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LEVANTE

Pereira: "Ojalá algún día pueda tener un equipo de autor"

El nuevo entrenador del Levante atiende a AS para analizar su trayectoria hasta tomar las riendas del banquillo de Orriols y su propuesta futbolística: orden, ritmo y verticalidad.

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Pereira: "Ojalá algún día pueda tener un equipo de autor"
ALBERTO IRANZODIARIO AS

Javi Pereira (Badajoz, 1966) afronta su gran oportunidad en los banquillos tras una dilatada trayectoria como segundo en España, Inglaterra, Israel y China. El pacense ha tomado el camino menos transitado, pero igual de válido para llegar a la élite, tras colgar las botas a los 28 años en categorías más humildes y dejar su plaza de funcionario de la Seguridad Social para lanzarse a por su sueño. A sus 55 años, afronta su mayor reto al frente del banquillo de Orriols, donde fue segundo en el mejor Levante de la historia, de la mano de Juan Ignacio Martínez. Pereira cuenta su trayectoria, su angustiosa salida de China hasta llegar a Valencia y su propuesta futbolística para AS.

De Funcionario a entrenar en Primera... qué historia.

En mi casa mi padre era profesional del fútbol, yo nací cuando mi padre jugaba y era de lo que comía la familia. Jugó en el Badajoz y en el Extremadura, cuando solo había Primera, Segunda y Tercera. Tanto Badajoz como Extremadura eran, digamos, equipos ascensores. Subían a Segunda, bajaban... Estuvo en una época muy buena. En mi ciudad es reconocido. De ahí supongo que me viene en los genes. Después yo empecé a jugar a fútbol y, claro, no llegué a lo que él llegó. No es que jugara mal, yo creo que jugaba bien, pero no lo suficiente para estar en la élite. Siempre que iba a Almendralejo me decía el presidente de entonces, Pedro Nieto: 'tú juegas, pero no eres tan bueno como tu padre'. Total, que cuando ya tenía 28 años, estaba en Tercera, en equipos buenos, pero había campos de tierra, era un jugador técnico, me cosían a patadas y pensé: 'tengo que hacer algo porque de esto no voy a comer'. Era buen estudiante, había empezado varias carreras a distancia  (derecho, psicología...) pero al final no las terminaba. Aprobaba, pero yo estaba con el fútbol. Surgieron unas oposiciones del Estado y me puse a preparar las oposiciones para que me dejara mi familia y así poder seguir jugando a fútbol. Un día, yo ni miré las listas, salían en el Boletín Oficial del Estado (BOE), y me acuerdo que una hermana de mi mujer me dice: 'oye, que has aprobado'. Yo pensé: 'qué desgracia...' Y nada, me puse a trabajar como funcionario, soy funcionario de la Seguridad Social. Entonces, seguía ligado al fútbol como entrenador, empezando en los cadetes de las categorías inferiores del Badajoz. De ahí fui subiendo hasta el fútbol profesional. Hice ascensos con algún equipo de Tercera y volví al Badajoz, con Javier Tebas, que era mi jefe. En un momento dado me decían que tenía que tener dedicación exclusiva, y yo, que veía que no había mucho dinero, pensaba: 'pegar el paso de perder un sueldo fijo por esto...'. Pero yo de funcionario estaba que no me gustaba aquello. Después salió lo de la UD Salamanca, cuando el Badajoz perdió categoría, Extremadura y Mérida despareció, que eran nuestros equipos entonces en la élite. Salamanca estaba cerca, estaba con Juan Ignacio, en un proyecto de Miguel Torrecilla.

Aunque su vinculación con Juan Ignacio empieza antes.

Con Juan Ignacio coincido en Salamanca, pero un año me llamó Miguel Torrecilla para que les hiciera informes del equipo que soltaba el Badajoz, que creo que era el Cartagena. No los conocía personalmente, creo que fue el medio año que no trabajé en el fútbol desde que empecé. Me acuerdo que me ofreció una cantidad, le hice un par de informes, pero le dije: 'Mira, Miguel, búscate a alguien, no voy a discutir por dinero, pero por el que me das yo no enciendo ni el ordenador. Como sé que eres un currante del fútbol te hago estos dos o tres informes, pero búscate a alguien que te lo haga'. Juan Ignacio vio los informes y dijo: 'este tío tiene que seguir con nosotros'. Después esa temporada trabajo en Don Benito, como entrenador y director deportivo. A Juan Ignacio se lo lleva Miguel Torrecilla a Salamanca y me llama como segundo entrenador. Yo ya había conocido a Juan Ignacio antes, pero ahí es cuando empezamos a trabajar físicamente.

Tras una larga trayectoria como segundo en España, Inglaterra, Israel y China, dijo en su presentación que tras ayudar a Jordi Cruyff ya no lo podía hacer con nadie más.

Sabes lo que pasa, que la vida tú no la eliges. En el saco de segundo entrenador no hay un Job description de cómo eres; es decir, tienes que hacer esto, esto y esto. En ese saco hay muchos tipos de segundo entrenador. '¿Y tú por qué no entrenas?', me decían. Yo he tenido la suerte de estar con buenos entrenadores y buenas personas. Estuve aquí con Juan Ignacio, triunfamos y no necesitaba irme a otro sitio. Me voy a Inglaterra, viene Slavisa Jokanovic, ascendemos con el Watford y después me voy con él a Israel. Ahí jugamos qualification para Champions League. Volvemos a Fulham, hacemos el mejor fútbol de Inglaterra y volvemos a ascender. Cuando estoy en Fulham, Jordi Cruyff me quería sacar a Maccabi de primer entrenador. Me dijo: 'deja esto y vente conmigo de primero'. Yo se lo comenté al Fulham, como me ha pasado ahora con el Levante. Jordi era director deportivo ahí, pero no me dejaron. Estaba con Jokanovic y pensé, bueno, no voy a liar aquí una y voy a quedar mal en Inglaterra, porque estaría traicionando el código ético que ahí es muy importante. Me quedé en Fulham y fui feliz. Cuando termino en Fulham me vuelve a llamar Jordi para ir de segundo con él a China, que había cogido un equipo ahí. Yo no tenía ganas, pero me llevaba bien con él y me aventuré. Después me llamó para ir con él también a la selección de Ecuador, pero me volvió a llamar el Fulham para la dirección deportiva. Le dije: 'No me voy contigo a Ecuador, tienes mucha gente en tu staff, y después de ayudarte a ti no voy a ayudar a nadie más'. Tenía claro que después de haber estado con tres grandes entrenadores y personas, quería terminar mi carrera como entrenador. No estaba preparado mentalmente para ayudar a nadie más. Me daba igual el equipo, la categoría, soy un hombre de fútbol, siempre he tenido trabajo, pero quería terminar yo mi propia carrera. Ellos mismo me lanzaron a aventurarme, incluso con Jokanovic hago bromas de ese tipo.

Jokanovic y Cruyff querían contar siempre con sus servicios.

Jordi me llamó cuando estaba con Joka en el Fulham, cuando Joka se fue a Qatar también me llamó... Pero ellos sabían que yo tenía que hacer mi camino y había pasado una etapa ayudándoles. Con Juan Ignacio fuimos creciendo en el Levante, Jokanovic fue un gran campeón que había jugado en el Chelsea y tenía el reconocimiento de figura de hombre de fútbol, igual que Jordi. Con Juan Ignacio teníamos una relación de hermanos, pero estas eran dos figuras de mucho empaque. Pensaba... 'he ayudado a Cruyff, a ¿quién me queda por ayudar?'.

Otro ilustre, Roberto Martínez, les puso en la pista de Cruyff para ir a Israel.

Sí, eso me lo comentó Jordi, yo no lo sabía. Sí que es verdad que en Watford hicimos un buen fútbol, éramos un equipo un poco camaleónico. Cada semana, e incluso durante el partido, variábamos el sistema. Jugábamos con tres, con cuatro, metíamos un mediapunta... Llamaba mucha la atención. Roberto le comentó a Jordi que éramos capaces de cambiar los partidos a través de los sistemas y solucionarlos. Ahí nos firma. Al llegar a Fulham, ya más tarde, sí que asentamos el modelo de 4-3-3, más definido, teníamos grandes jugadores y era el equipo rival el que se adaptaba más a nosotros.

En Inglaterra, tras su paso por el Watford, su equipo se conocía como los 'entertainers' (animadores).

Sí, era un equipo de 600 pases, pero era bonito de ver. Éramos los que más rematábamos, los que más generábamos en el último tercio, ibas a vernos y disfrutabas. A veces nos metían un gol y sabías que le íbamos a dar la vuelta al marcador. Era un espectáculo. Yo disfrutaba en el banquillo.

Ahora, después de muchos trotes, le llega su gran oportunidad en el Levante. ¿Cómo vivió la incertidumbre de su llegada?

Lo he vivido tensionado, la verdad. Empecé poco a poco. Cuando ellos me llamaron les dije que si me llamaban ellos cortaba mi relación en China. Me quedaban tres meses de contrato, y yo entendía que el club chino, dada la pandemia, después de estar once meses ahí y portarme bien con ellos me iban a dejar salir. Luego llegó la hora de negociar y ellos no estaban dispuestos a dejarme salir, pero mi decisión era firme. Por otra parte, el Levante me presionaba porque había cierta presión al haber sacado un entrenador y no tener ya al sustituto. Yo les decía 'voy a ir', pero aquí el presidente no es como en España, que está en el club y lo llamas. Aquí son tres propietarios, está el gobierno de por medio, y al final son ellos los que tienen que poner el sello, como dicen allí, para que te dejen salir. Pero yo tenía la decisión tomada y le prometí al Levante que venía. En un momento dado, cuando no llego, sé que había presión, pero les dije que estuvieran tranquilos porque no íbamos a perder ningún partido. Se habló incluso con la embajada y no me dejaron salir. Estaba en cuarentena. Si hubiera visto, que, en un momento dado, por tardar tres o cuatro días más, el Levante decide que no soy su entrenador y hay que buscar otro porque está llegando tarde, aunque no haya partido, cuando hay muchos jugadores que por COVID se han perdido partidos, es una causa mayor, yo habría dicho: 'mira, no soy el entrenador'. Porque sería una visión muy cortoplacista y no estaban convencidos de esto. Yo les dije: 'si me queréis esperad, esperadme que yo voy'. Es verdad que, en un momento, al final, sentí la presión. Faltando tres días para el Getafe, yo salí del hotel de la cuarentena directamente para el aeropuerto. China es un país complicado en el que tienes que tener unos códigos verdes para poder salir del aeropuerto y pensaba, si ahora mismo, por lo que sea, me sale un código rojo y no puedo volar, hubiera dado un paso atrás y les habría dicho de coger otro entrenador porque no he llegado a tiempo. Salí a las siete de la cuarentena, hora china, y a las 21:45 estaba cogiendo un avión. Y mi club se portó bien conmigo, me puso una camioneta debajo del hotel y me puso un traductor con el que fui pasando todos los controles. Llegué sudando, pero llegué. Pero habría renunciado si no llego en ese plazo.

De película, ¿no?

Sí, fue un poco de película. Y te lo digo, realmente, si no me hubieran esperado habría renunciado porque si me eligen como entrenador y no esperan cuatro días no tendría sentido. No hay el 100% de la confianza. Pero cuando Quico, el presidente, habló conmigo e hicieron las gestiones con la embajada, entendí que la confianza no solo era parte de la dirección deportiva, que tenía toda la confianza, sino que tenía el respaldo del Consejo de Administración es cuando yo empujé. Si después de la cuarentena yo no vengo, es culpa mía o causa de fuerza mayor y habría dado un paso a un lado porque no puedo perjudicar así a una entidad.

¿Y cómo ha visto al equipo más allá de sus ideas previas antes de llegar?

Me he encontrado con un equipo que lleva una tendencia de mucho tiempo sin conseguir resultados. Están tranquilos, revelados con la situación y muchas veces se preguntan por qué está pasando esto, porque no conseguimos resultados. Es verdad que la dinámica hay que cambiarla. Yo también entiendo que han habido partidos en el principio de pretemporada en los que ha habido mala suerte, con algún resultado que podría haber cambiado la dinámica. También se han perdido jugadores que le dan sentido al modelo de juego y que no ha podido usar todo el potencial. Yo creo que nosotros tenemos que recuperar todo eso y cambiar la dinámica. Por la información que tengo desde dentro, y que me ha dado la dirección deportiva, estoy fortaleciendo ciertas áreas en donde yo creo que hay debilidad. Desde el primer día les dije que llegaba a un equipo que conozco, que no iba a hacer ninguna revolución, y cualquier aficionado que haya seguido al Levante iba a acertar al menos nueve jugadores por los que iba a apostar. Sé a los rivales a los que nos enfrentamos, Getafe, Sevilla... y conozco mi plantilla. No puedo ser un estorbo. Lo que trato es recuperar la naturalidad, poner a cada jugador en su posición y tratar de aumentar la eficacia. ¿Cómo aumentas la eficacia? Este negocio es acerca de ganar partidos, si no los ganamos, algo hay que cambiar. Hay que dar un paso, añadir cosas, sobre la base que ya hay.

Quiere construir un equipo sobre una base y de momento ha repetido alineación. ¿Se acerca a lo que tenía en mente o está marcado por las circunstancias de las bajas?

Bueno, yo te puedo decir cuál es mi propuesta. El punto de partida, para hacer el fútbol que yo quiero, todavía queda camino. A mí me gustan los equipos dinámicos, verticales, que hagan duelos individuales, que vayan a por el rival y sean capaces de transitar cuando pueden transitar. Eso significa que no es un fútbol pausado, es un fútbol de velocidad y de gasto energético. Me gusta llevar los partidos al límite. Llevar al contrario al estrés. Hacer que ocurran las cosas. Para eso tienes que tener una preparación amplia. No me gusta el fútbol de 20 pases, si hay que darlos porque el contrario nos está esperando, lógicamente no me gusta regalarles la pelota. Pero cada vez que podamos percutir, hay que percutir, hay que dominar las dos áreas, sobre todo la contraria y meter la pelota allí. De eso, todavía nos falta. Pero los síntomas que veo en el entrenamiento es que los jugadores están muy abiertos y que tienen la calidad suficiente para hacerlo. Me gusta jugar con bandas, y lo digo porque el siguiente paso es buscar un jugador de esas características. ¿Cómo vamos a hacer los goles aquí? Si vemos nuestros delanteros son rematadores, no son delanteros de driblar a cinco oponentes. Está fuera de su naturaleza. No son jugadores para desequilibrar al espacio. Necesitamos llegar por fuera, meter centros, porque son delanteros que necesitan la pelota en el área para mostrar su eficacia.

¿Cómo se da la vuelta a los problemas defensivos del equipo?

Con orden. La fase ofensiva es talento, hay automatismos. Pero la fase defensiva es orden y disciplina. Hay que cubrirse el uno al otro, defender como bloque y como equipo. Si nosotros dejamos mucho espacio entre líneas y dejamos a los defensas expuestos, ningún defensa va a ser bueno. Muchas veces corremos el error de señalar a ese defensa que ha fallado en un duelo individual y pensamos que cambiar ese defensa es la solución. Y no. Yo creo que en la fase defensiva tiene que haber un orden, que trabajemos como equipo, tener las líneas juntas y cubrirnos los unos a los otros. También trato de buscar unos automatismos, en función de si jugamos con línea de cuatro, o de tres, aunque ahora estamos con línea de cuatro. Que sea una línea coordinada. Me interesa mucho la figura que protege por encima de la defensa. Aunque juguemos con dos mediocampistas, me gusta definir los roles. No todos somos iguales. Radoja no tiene las mismas características que Melero, por ejemplo, que es más de llegada. Radoja es de quedarse, tiene menos recorrido. Me gusta definir quién es el 6 y quién hace de 8. Nos tenemos que sacrificar un poco más, nos tenemos que ordenar un poco más y evitar encajar tanto. No podemos jugar a portería a cero, porque en Primera hay mucho talento. Pero si no conseguimos la portería a cero en muchos partidos, tenemos muy pocas posibilidades de mantenernos en la categoría. Eso no lo digo yo, lo dice la estadística. La diferencia de golaveraje. Los equipos que más encajan caen de esta categoría.

El entrenador más veterano en los banquillos de LaLiga, el Cholo, frente al debutante Javi Pereira. ¿Cómo ve ese duelo Cholo-Pereira?

Yo creo que él está muy consolidado en el Atlético de Madrid y en lo que transmite. Ha hecho un equipo a su medida. Es un equipo de autor, si lo llevamos al término culinario. Bueno, yo soy un hombre de fútbol también. Llevo toda mi vida. También tengo una motivación especial y ojalá algún día pueda tener un equipo de autor y pueda construir lo que es el Levante a la medida o la imagen de donde yo quiero llegar. Es un buen ejemplo. A ver si en este caso somos capaces de sorprenderlos por el desconocimiento de cómo podemos jugar.