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MIGRANTES DEL BALÓN

Guille Abascal, en la élite de los banquillos con 32 años: "Me siento un privilegiado"

El sevillano dirige al Volos, revelación en la Superliga griega tras cosechar cuatro victorias, un empate y una derrota en las seis primeras jornadas.

Guille Abascal, durante un partido del Volos griego
VolosFacebook

"Prefiero perder que cambiar mi filosofía", dijo Guille Abascal (Sevilla, 1989) tras salir goleado del estadio del Panathinaikos. A sus 32 años, el andaluz podría estar exprimiendo su carrera como futbolista, pero en su lugar está inmerso en la que es su quinta temporada en los banquillos. El actual entrenador del Volos jugó en La Masia. Era el '9' de un equipo en el que le escoltaban Jordi Alba y Giovani dos Santos. Los mayores, los de la generación del 87, eran Piqué, Cesc o Messi. Casi nada. Allí aprendió a jugar, pero también comprendió que lo suyo no era pisar el césped vestido de corto. "Volví al Sevilla, pero no le encontré el sentido a seguir jugando. Podría haber vivido de eso perfectamente, pero no tenía ganas. Me dijeron que lo siguiera intentando, que probada en otros sitios, pero no estaba motivado. Tampoco quería tirar a la basura todo lo que había aprendido en Sevilla y Barcelona, así que decidí dar un cambio radical y prepararme para ser entrenador", desvela a AS tras asaltar La Tumba, el imponente estadio del PAOK.

Guille Abascal se ha convertido en el entrenador revelación de la Superliga griega. Su Volos, un club fundado en 2017 que consiguió un meteórico ascenso a Primera de la mano de otro entrenador español, el catalán Juan Ferrando, marcha tercero tras haber cosechado cuatro victorias, un empate y una derrota en las seis primeras jornadas. Es el equipo más goleado del torneo, pero también el más goleador. "Me gusta tener el balón y ser vertical", manifiesta el tercer entrenador más joven en una de las 20 ligas europeas con más coeficiente UEFA -solo le superan Edward Still (30 años), técnico del Charleroi belga, y Francesco Farioli (32), a los mandos del Karagümrük turco-. "La edad da igual, lo único importante es encontrar un club que te deje trabajar. Hay jugadores que han tenido la suerte de tener grandes maestros, pero yo, por ejemplo, solo tengo 32 años y ya tengo más experiencia en los banquillos que un jugador recién retirado. Me siento un privilegiado. Dentro de 10 años seguiré siendo un entrenador joven", reflexiona Abascal, quien salió al extranjero "en busca de marcha": "En realidad me fui con miedo. Pensaba: '¿Y si no cuaja? A lo mejor no puedo volver'. Pero tenía confianza en mí mismo y sabía que estaba preparado para esta aventura".

"Tengo la posesión y la comprensión del juego de mi etapa en Barcelona y la casta y el coraje de la escuela sevillista"

Guille Abascal

Su primera parada fue Suiza, donde cogió las riendas del Chiasso primero y del Lugano después. "De esa etapa me quedo con el carácter y la personalidad de los clubes para formar proyectos y creer en los futbolistas jóvenes. Es una cultura que cree en sembrar para después recoger". De allí pasó al filial del Ascoli, donde aprendió que "Italia es Italia": "Vayas donde vayas, el fútbol se vive las 24 horas del día. Notas la presión en el rostro de la gente y eso es muy motivante. No quieren perder y eso provoca mucha presión". Guille Abascal tan solo tiene 32 años y ya sabe lo que es afrontar multitud de desafíos, aunque puede que el más exigente lo tenga aún por delante: "El problema de Grecia es que todo el mundo quiere quedar entre los seis primeros, pero hay cinco grandes: Olympiacos, Panathinaikos, los dos de Salónica -PAOK y Aris- y el AEK". El Volos, por su parte, está logrando caminar entre gigantes gracias a su gran dirección de campo y a pesar de no contar con la masa social que sí tienen los otros dos clubes de la ciudad, el Olympiakos Volos y el Niki Volos: "Son dos clubes históricos y están en Segunda. Nosotros, que somos el nuevo, jugamos en Primera. Es algo de lo que se habla en la ciudad. No tenemos mucha afición, pero los que vienen al estadio nos apoyan y eso es lo importante".

Los más fieles, aquellos que cada 15 días acuden al Panthessaliko Stadium para ver jugar al Volos de Guille Abascal, se encuentran con un equipo en cuyo vestuario conviven 11 nacionalidades. España, Uruguay, Polonia, Países Bajos, Argentina, Portugal... "Poder comunicarte con tus jugadores es clave. Que te entiendan y tú entenderles a ellos es fundamental para que las cosas puedan ir bien", exterioriza Abascal, quien se apaña con el español y el inglés. "Otra parte del 'staff' habla griego. Con eso nos arreglamos", añade un entrenador que bebe "de dos de las escuelas que más éxitos han tenido en Europa en los últimos años": "Vengo de donde vengo, y eso no puedo evitarlo. Tengo la posesión y la comprensión del juego de mi etapa en Barcelona y la casta y el coraje de la escuela sevillista". Abascal, que admira a Marcelo Bielsa y Juanma Lillo, lleva más de cuatro años trabajando en el extranjero, pero no cree que eso le haya llevado a desaparecer del radar nacional. "Es verdad que tendemos equivocadamente a valorar más lo de fuera, pero hoy en día, con la cantidad de tecnologías que hay, cualquiera nos puede seguir desde la otra punta del mundo". "Si hago un buen trabajo, la oportunidad de volver a casa surgirá", sentencia el entrenador revelación de la Superliga griega. El Nagelsmann español se llama Guillermo Abascal.