La Cultural paga los errores propios y ajenos ante el Talavera

El oxígeno que necesitaba el Talavera se lo dio la Cultural Leonesa. Tras la victoria de los cerámicos en el Reino de León ambos equipos quedan empatados a puntos en la parte baja, pero con sensaciones distintas. El 1-2 supone el bálsamo que necesitaban los de Víctor Cea, mientras acrecienta los nervios en el equipo leonés, que fue víctima de los errores. Los propios, que le costaron un gol en contra y un penalti fallado, y los ajenos. Ruiz Álvarez no señaló en la segunda parte una mano clarísima de Góngora.

No se habían repartido aún los papeles del partido cuando los cerámicos asestaron el primer golpe, que dobló antes de cumplirse el cuarto de hora. Borja Díaz, al que todavía se le esperaba por Talavera, se deshizo de Mangana y Rovirola en la banda y asistió a Rodrigo, que culminó la jugada con una definición perfecta tras sentar a Galas. Luego, la presión adelantada de los blanquiazules dio sus frutos. Un error en la entrega de Jorge a Gaztañaga lo interceptó Ceberio, que, por instinto, casi sin mirar, abrió a la izquierda para la incorporación de Dani Pichín.

Entremedias Rovirola había probado a Edu Sousa con un tiro desde 30 metros que no puso nervioso al gallego. Si lo estaba la grada, donde empezaba a oírse un runrún que pudo ser mayor si Pichín hubiera estado más certero en un centro a la contra.

No encontraba la Cultural la manera de llegar a la portería del gallego (desde la de Rovirola, sólo otro remate de Aarón Piñán), pero Góngora parecía empeñarse en sabotear el trabajo de sus compañeros y que revivieran los locales. Ruiz Álvarez le señaló un penalti por falta a Obolskii. Muy riguroso, pero cuando uno da motivos, se expone a que se lo piten. El Talavera no está aprovechando sus penaltis (ha fallado dos de tres, que le han costado tres puntos), pero al menos Sousa equilibró la balanza desviando a córner el lanzamiento de Ander Vitoria.

La Cultural se fue rehaciendo con el paso de los minutos, mientras el Talavera intentaba aguantar el resultado a toda costa e incluso ante el fuego amigo. Góngora dio nuevos motivos a Ruiz Álvarez para señalar un nuevo penalti por mano clarísima, pero esta vez se inhibió el colegiado. Los de Ramón González buscaron la remontada con más coraje que fútbol y ocasiones. Su esperanza estuvo, de nuevo, en Góngora, que regaló una falta sin mucho sentido, que Empis puso en la cabeza de Aarón Piñán, que le ganó la partida a Bourdal en la única acción que se le pudo poner en el debe al central argentino en una noche sobresaliente. La grada soñó con repetir la machada del día contra el Valladolid Promesas, pero el Talavera resistió. A los cerámicos les iba la vida en ello para ver un poco de luz en el mismo lío en el que ahora sumen a su rival.

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