El Racing dejó escapar la oportunidad de ganar en Ferrol
Jugó la última media hora con superioridad numérica, pero no generó peligro. Los porteros no tocaron el balón.
Hay partidos que acaban en empate en los que es difícil ponerse de acuerdo sobre quién mereció más la victoria. En el que enfrentó a los dos Racing en A Malata no hay lugar a la duda: ninguno mereció ganar. Es más, ninguno parecía querer ganar. No al menos si eso suponía correr el más mínimo riesgo. Fue un partido entre dos equipos reservones, en el que los santanderinos tiene más delito ya que jugaron la última media hora con un jugador más y apenas pisaron el área rival.
El partido tardó mucho en arrancar, con los dos equipos dando la sensación de tener más miedo al rival que el recomendable. Tal parecía que era falta de confianza en sus propias fuerzas..., y eso valía para los dos. Guillermo Fernández Romo ya había hecho una declaración de intenciones con la alineación, metiendo a Tienza junto a Íñigo, dos pivotes defensivos lo que sumado a la escasa salida de balón de sus centrales, dejaba las opciones de ataque resumidas a un posible robo en campo contrario y eso no pasó hasta que en el 43' lo logró Fausto Tienza y dió un pase de la muerte a Pablo Torre, al que Fornos ganó la acción. Hasta entonces, solo los chispazos de clase del de Soto de la Marina hacían levantar una ceja a Cristóbal Parralo.
Tampoco es que los ferrolanos generaran fútbol ofensivo, con Manzanara y Viacava más preocupados de hacer la vida complicada a Torre que de mirar hacia adelante. Desde el principio se vio que su vía de acceso al área de Lucas Díaz era el carril izquierdo, con Héber Pena agazapado esperando su oportunidad. La encontró a los 27' ganando la espalda inusitadamente fácil a Unai Medina y asistiendo desde la línea de fondo a David Rodríguez, que metió la puntera en la frontal de área chica. Era el 1-0 y Lucas Díaz no había llegado a tocar el balón. Tampoco Gazzaniga lo había hecho cuando encajó el empate en la última acción del primer tiempo: gran lanzamiento de falta de Bustos desde la media luna, que llegó tras una briilante acción individual de Pablo Torre.
La segunda mitad arrancó con la misma falta de vida en las dos áreas, pero un poco más movida, sobre todo porque aumentaron las imprecisiones y el balón cambiaba de bando más a menudo. Para nada, pero cambiaba de bando. Y así pasaban los minutos, con Gazzaniga y Lucas Díaz de espectadores, cuando el impetuoso Viacava, que ya tenía una amarilla desde el 8', midió mal, arreó un puntapié innecesario a Íñigo y dejó a los suyos con uno menos en el 64'. Al Racing, al de Santander, se le ponía todo de cara para ganar su primer partido a domicilio. Pero no. No lo mereció. Ni lo intentó. O no lo pareció.
Por lo visto en la última media hora de ayer, está claro que a Guillermo Fernández Romo no se le puede acusar de quemar sus naves. Es verdad que tenía bajas en ataque y que Cedric, por mal que esté, parece insustituible, pero lo cierto es que el Racing no hizo nada para aprovecharse de jugar contra diez. Es más, otra vez los cambios de Romo empeoraron al Racing. Quitar a Pablo Torre con uno más y sin espacios fue una pesima idea (salvo que pidiera el cambio por agotamiento). Ni una ocasión de gol generaron los cántabros en el área de Gazzaniga en ese tramo final. Incluso provocaron menos saques de esquina y faltas en campo contrario que en el resto del choque. El Racing de Ferrol, que se atrincheró con orden, quería el empate y lo logró. El de Santander, que se supone que no le valdría con un punto, desperdició media hora.