El VAR más amargo del Madrid
Los blancos vuelven a Mestalla, donde la pasada temporada les pitaron tres penaltis en contra y el 2-1 fue un gol fantasma precedido de una falta a Asensio no pitada.
El Madrid lleva más de diez meses sin perder como visitante en Liga. Una racha que abarcaría ocho meses más (el conjunto blanco cayó en el último partido antes de la pandemia, contra el Betis, el 8 de marzo de 2020) de no ser por la aciaga noche (derrota por 4-1) que los blancos vivieron en la visita a Mestalla de la pasada temporada, el 8 de noviembre de 2020. Los cuatro goles valencianistas llegaron con polémica: un gol fantasma (que nace de una falta no pitada) y tres penaltis en contra. Este último dato, una estadística que hasta entonces sólo se había dado en ocho partidos en la historia de la Liga, con los cuatro que le sancionaron al Oviedo contra el Valladolid en la 1995-96 como récord aún vigente.
La noche discurría plácidamente para el Madrid cuando el partido se acercaba a la media hora de juego. Benzema había adelantado a su equipo en el ecuador de la primera mitad. El Valencia, salvo unos cinco minutos iniciales muy intensos, no había inquietado el área de Courtois. Hasta que comenzó el calvario. Gil Manzano pitó penalti por mano de Lucas Vázquez en un centro de Gayà. Tan clara que el gallego ni siquiera protestó. Fue la decisión menos controvertida del colegiado extremeño. La ejecución del penalti fue rocambolesca. Courtois se lo detuvo a Soler, pero este cazó el rechace, estrelló el balón en el palo y Yunus Musah remató a gol. Pero este y Lucas Vázquez habían invadido el área en el momento del primer disparo de Soler e Iglesias Villanueva, que repite esta noche en el VAR, instó a Gil Manzano a que viera la secuencia de la jugada para determinar que se volviera a lanzar el penalti.
Esa repetición del penalti fue el único alivio, efímero, que tuvo el Madrid esa noche. En la definitiva, Soler batió a Courtois. El Valencia le dio la vuelta al marcador antes del descanso, en un gol fantasma que mantuvo en vilo a los dos equipos hasta que el VAR aclaró que el balón había entrado. La concesión del tanto fue discutida por los blancos, que reclamaron que en el inicio de la jugada había una falta de Cheryshev a Asensio que el VAR pasó por alto. Entre una jugada y otra, Gil Manzano no consideró punible un manotazo en el área valencianista de Yunus en el ojo de Benzema.
El partido quedó sentenciado con otros dos penaltis en menos de un cuarto de hora. El primero de ellos (el segundo del partido), por una discutible falta de Marcelo a Maxi Gómez en el área pequeña. La última pena máxima, una mano clara de Ramos, dio la puntilla a un Madrid que esa noche padeció los rigores del reglamento... y su única derrota a domicilio de la pasada Liga.