Del Barcelona al Espanyol: el camino de los conversos
Sergi Gómez es el último peregrino de una senda muy transitada, de Kubala a Sergio García, de Justo Tejada o Cayetano Ré a De la Peña o Jordi Cruyff.
Sostiene Enric González, que de reflexionar y escribir sabe tanto como de vivir lejos de casa, que ser del Espanyol es "una cuestión de fe". Y daría para explicar no solo que el club perico haya superado los 120 años de vida a la sombra de un gigante como el Barcelona, sino incluso que futbolistas íntimamente ligados a la religión azulgrana hayan acabado no solo vistiendo de blanquiazul sino convirtiéndose al credo del Espanyol. Incluso alcanzando la capitanía y la idolatría. Sergi Gómez, formado en La Masia y que de culé declarado ha pasado a hablar de "la maravillosa camiseta" blanquiazul, es el último en tomar el camino de los conversos.
Reciente y significativo fue el caso de Sergio García, capaz de pasar de máximo goleador de la cantera del Barcelona (¡969 goles!) a 'pichichi' del RCDE Stadium. De promesa en el Camp Nou a símbolo de un Espanyol que coreaba su nombre y que todavía le admira. "De pequeño era del Barça, pero ahora no cambio al Espanyol por nada del mundo", fue una de sus numerosas declaraciones de amor al club perico, en el que portó orgullosamente el brazalete. También lo hizo su inseparable Joan Verdú, con quien había compartido años de formación en el fútbol base azulgrana. O Víctor Sánchez, cuyos hijos son acérrimos pericos y que forma parte del 'top diez' de jugadores que más partidos han disputado en Primera con el Espanyol.
Al nivel futbolístico de Sergio García, rindió también más de blanquiazul que de azulgrana –y eso que era la gran perla de mediados de los noventa en Can Barça– el tremendamente talentoso Iván de la Peña, integrante fundamental de uno de los mejores Espanyol de la historia, que conquistó la Copa del Rey de 2006 y alcanzó la final de la Copa UEFA al año siguiente, con otro llamativo nombre como titular indiscutible: el actual director deportivo, Francisco Joaquín Pérez Rufete. Y no es el único en la plantilla de ahora, que además de Sergi Gómez cuenta con Oier Olazábal, compañero del central en el Barcelona B de Luis Enrique y Eusebio Sacristán, además de Fran Mérida.
Otra Copa, la de 2000, la conquistaron Toni Velamazán –tres meses después, plata olímpica–, Nando Muñoz, Cristóbal Parralo y Roger García, cuyo hermano Óscar le acabaría acompañando. No en vano, en lo que va de siglo –o poco antes, como Sebastián Herrera– los futbolistas de pasado azulgrana que terminaron en el Espanyol fueron numerosísimos: Dani García Lara, Jofre Mateu, Simao Sabrosa, Abraham González –quien también portó el brazalete perico–, Jordi Cruyff…
Pero no solo vistió de blanquiazul el hijo de un mito del barcelonismo, sino que lo hizo personalmente otra de las leyendas en la historia azulgrana: Ladislao Kubala. El húngaro, que firmó por despecho a un Barça que lo había despedido como entrenador y no le permitía descolgar las botas, dejó una temporada (la 1963-64) de enorme clase en Sarrià y un gol crucial para evitar el descenso, ante el Sporting de Gijón. Asimismo, al cambiar el césped por el banquillo, sería pieza clave en la contratación de otro coloso del fútbol, Alfredo di Stéfano.
Un compatriota de Kubala, Zoltan Czibor, había trazado el mismo camino poco antes, en 1961, después de que el Barça perdiera en Berna la final de la Copa de Europa, la de los postes cuadrados, ante el Benfica del igualmente magiar Bela Guttman. Otro damnificado en la purga azulgrana tras aquella debacle, Justo Tejada, acabaría recalando en el Espanyol junto a Kubala, previo paso por el Madrid, y jugando en dos clubes distintos al lado de Di Stéfano. Justo tras colgar las botas el argentino, quien recaló en Sarrià fue Cayetano Ré, a la postre uno de los célebres Cinco Delfines.
Y, entre los 60 y los 2000, tampoco faltó un carismático culé en otro de los pasajes más memorables de la historia blanquiazul: la Copa UEFA 1987-88. Se trata de Ángel 'Pichi' Alonso, que ya había participado con un gol en el legendario triunfo frente al Milan de Arrigo Sacchi, en Lecce (0-2), pero que entró para siempre en los libros del club perico gracias a su tanto al Brujas en el minuto 119 de la prórroga, en la vuelta de semifinales. La diana que clasificaba al Espanyol para una final que nunca debió perder.
La senda de regreso
El drama de Leverkusen propició la otra cara de la moneda, jugadores del Espanyol que han terminado en el Barcelona. Entonces fueron Ernesto Valverde y Miquel Soler. Antes había sucedido con Marcial Pina o Javier Urruticoechea 'Urruti'. Y después, con Xavi Escaich, Igor Korneiev o Philippe Coutinho. Incluso en las primeras décadas del siglo XXI lo hicieron Santiago Massana, Martí Vantolrà o José Padrón.
Pero el camino de los conversos en dirección al Barça –obviando aquí a los incontables canteranos que cada verano cambian de colores– nunca fue tan sólido. Lo demuestran quienes trazaron la senda de ida y vuelta, desde Urbano Ortega a auténticos mitos del espanyolismo, como los mismísimos Ricardo Zamora y José Cano 'Canito', capaz este último de demostrar incluso cuando militaba en el Barcelona –y llevaba debajo una camiseta del Espanyol– que, efectivamente, la fe de ser perico mueve montañas.