Giuliano, puro Simeone
El hijo menor del Cholo destacó en el primer partido de pretemporada del Atlético, ante el Numancia en Burgo de Osma, todo pundonor y lucha.
Era Giuliano aquel chaval que, en 2015, corría la banda del Calderón, en la función de recogepelotas, para abrazar a su padre en un Atlético-Getafe. Era Giuliano aquel chico que, a menudo, viajaba desde la Argentina para acompañar a su padre en los entrenamientos y patear la pelota junto a los hijos de Juanfran (Óliver) y Gabi (Joel). Es Giuliano el futbolista que llevaba el ‘7’ a la espalda en el primer partido del verano del Atlético 2021-22, 18 años, mayor de edad, y con sitio en la pretemporada por méritos propios y no apellido. Si alguno de los ocho chavales que saltaban en el once titular del Cholo en Burgo de Osma lo tenía más difícil que los demás era él, obligado a demostrar doble, que no está ahí por ser hijo de quien es sino por méritos propios. Ante las cámaras lo dejó. Que es fiel heredero de su padre. Que está ahí porque se lo ha ganado, partido a partido.
Lo decía el propio Cholo en su entrevista con AS el pasado martes. “Su crecimiento viene de las categorías menores, del juvenil al Atleti B y eso no lo gestioné yo. El crecimiento habla de lo que los entrenadores trabajaron con él”, aducía el padre como entrenador. Y como padre sonreía ayer en Burgo de Osma. Porque es inevitable. Porque miraba al césped y en ante él se alzaba un espejo: su hijo derramando apellido en cada lance que tenía. No vestía el Cholo su habitual traje negro de los partidos. De haber sido así, se le habría quedado pequeño a la altura de los hombros.
Porque Giuliano demostró ese ‘crecimiento’ que ‘los entrenadores que trabajaron con él’ antes vieron. Porque Giuliano peleó cada pelota como si fuera la última y ese partido no un ‘bolo’ de verano sino una final, porque se fajó, luchó y peleó, porque se movió con inteligencia, porque su bota asistió para que Soriano marcara el único gol rojiblanco del partido. Decía una vez Simeone, en El Partidazo, 2018, que no se veía entrenando a un hijo, que los partidos de fútbol de casa se convirtieran en oficiales. Hablaba de Gio, su hijo mayor, que deslumbraba en su salto de Argentina a Italia. “Es muy difícil tener un hijo en el vestuario. Para él, para la relación... Si el dentro de 5 o 6 años toma una figura mucho más importante de la que tiene hoy hablamos de otra situación”, explicaba. Tres años han pasado y la proyección de Giuliano el menor de los tres hijos que tuvo con su primera mujer, Carolina Baldini, ha tornado sus palabras. Porque el papá se convirtió en entrenador y, como Simeone, no pudo sentirse más orgulloso.
Confirmación en Burgo de Osma
Giuliano fue la mejor noticia de un Atlético que se llevó el duelo ante el Numancia en los penaltis, sin pasar del empate en lo 90’ minutos restantes. Giuliano, que llegó a la disciplina rojiblanca, hace dos años, sin el permiso de River. Hubo ruido por aquello. Tanto como un aterrizaje tranquilo de Giuliano en el Juvenil División de Honor rojiblanco. Giuliano se arrancaba el traje de recogepelotas de antaño y el apellido del Cholo para empezar desde abajo. Pronto escaló, conquistó a sus entrenadores mostrando eso por lo que a su padre le cantan entre ‘ole, ole y ole’. Pundonor, garra, lucha, no dar una pelota por perdida. La temporada pasada en el B, brillando en el Juvenil campeón de Liga, su padre no pudo evitarlo: abrirle la puerta del primer equipo este verano, esta pretemporada sin apenas futbolistas del primer equipo, a ese chico que la derriba a patadas. Giuliano. El apellido lo saben. Apunten el nombre.