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VALENCIA

El COVID agua la fiesta del trofeo Naranja en el Valencia

Las nuevas restricciones que anunció el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, el pasado jueves, dejarían el aforo del partido ante el Milán en 3.000 aficionados.

Mestalla, tras la vuelta del público a los estadios.
ALBERTO IRANZO

EI Valencia tenía marcada en rojo la fecha del 4 de agosto como el día de la vuelta a la normalidad del fútbol. Ese miércoles, elegido adrede entre semana para que la afición acudiera a Mestalla, se ha fijado el trofeo Naranja para el que se ha contratado un rival de campanillas: el Milán de Ibrahimovic.

Siempre con la cautela que está conllevando la pandemia, en el Valencia estaban organizando "la fiesta del verano" contando que, aunque no podrían llenar el estadio, sí podrían volver a recibir una buena cantidad de aficionados en el debut oficial de Bordalás en Mestalla. El tradicional ambiente festivo que siempre ha rodeado al Naranja ayudaría a ilusionar algo a un aficionado que en los últimos tiempos ha sufrido bastantes desilusiones.

Sin embargo, las nuevas restricciones anunciadas por el presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, el pasado jueves, han aguado un tanto la fiesta que se estaba preparando. A día de hoy, sólo podrían entrar 3.000 aficionados a Mestalla aunque desde el club prefieren ser optimistas y esperan que se abra un poco la mano.

Para el club, el trofeo Naranja de este año estaba repleto de simbología. De no haber sido por la pandemia, este año se habría celebrado la edición 50 de un torneo veraniego que aguanta pese a las giras internacionales recaudatorias que han acabado con muchos de las clásicas citas estivales. Se celebrará la edición 49 y desde el Valencia deseaban, y siguen deseando, que el Naranja sea un reencuentro con la afición.

Además, por tradición, el trofeo Naranja es el único partido de la temporada que no entra en el abono anual y los 35.000 aficionados de media que acudían a Mestalla para la presentación en sociedad del Valencia ayudaban a sufragar los gastos de organización. Este es otro de los reveses que conllevará el aforo reducido. Los gastos por traer al Milán a Mestalla serán sufragados por unos ingresos por entradas mucho menor, otro batacazo aunque desde el club esperan que no llegue a acarrear pérdidas.