El terciopelo azul del Espanyol
Después de una campaña exitosa, la dirección deportiva afronta el reto de crear una plantilla competitiva en Primera para no repetir equivocaciones.
La vida real del Espanyol esta temporada ha estado lleno de virtud. El equipo de Vicente Moreno ha dado una imagen de superioridad, constancia, rigor defensivo y contundencia en ataque, ha sido el mejor en los ránkings estadísticos, una tierra fértil en la que construir el futuro. Salvo Javi Puado, cuyo contrato expira en 2022 y su renovación apremia y preocupa, el resto de los futbolistas tienen vínculos largos y el club no tiene demasiado margen de maniobra con el límite salarial y las exigencias económicas, por lo que, a priori, no se prevén excesivos cambios. Alguna venta necesaria, alguna que otra cesión y oportunidades de mercado.
Pero la vida del Espanyol cambiará drásticamente el curso próximo en Primera. Los blanquiazules solamente han jugado un encuentro ante un conjunto de esa categoría en la campaña que expira en dos semanas. Fue ante Osasuna, en la Copa del Rey. Aunque Vicente Moreno optó por un equipo con jugadores menos habituales (al igual que los navarros), el resultado fue un reflejo de las diferencias entre ambos conjuntos (0-2). Ante los otros grandes equipos de LaLiga SmartBank, el Espanyol ha sumado 11 de 18 puntos (Mallorca, Almería y Leganés), y en algunos de ellos se vio sometido, aunque finalmente su pegada fue determinante.
El debate entre los cambios a los que se debe someter la plantilla ya giran por el entorno blanquiazul. Desde la portería (con la edad de Diego López y los pocos minutos de Oier Olazábal) hasta una defensa en la que Leandro Cabrera, David López y Adrià Pedrosa se han erigido en los jugadores más regulares, con las dudas que ha despertado de nuevo Fernando Calero, Miguelón y Óscar Gil, así como el poco protagonista una campaña más de Lluís López. Si Keidi Bare y Sergi Darder se han consolidado como una pareja fiable, la plantilla carece de un mediocentro posicional, con las dudas que también generó Fran Mérida y los pocos minutos de Pol Lozano, a quien le podría convenir una cesión como a Puado el curso anterior.
Es en ataque donde el Espanyol tiene las cartas más marcadas, con Adrián Embarba, Raúl de Tomás, Puado y Nico Melamed como jugadores franquicia, con Óscar Melendo como jugador específico y de rendimiento útil. Las dudas, de nuevo, para Matías Vargas, Álvaro Vadillo y Nany Dimata, jugadores por los que el club invirtió 14 millones de euros. Solo el delantero belga se ha consolidado aunque su rendimiento sigue siendo ambivalente.
Un término que define a la perfección lo que ha sido la temporada del Espanyol, como bien quiso refejar David Lynch en su film Terciopelo Azul, donde nada es lo que parece a simple vista. Esa dualidad de la vida, como la que absorbe ahora al Espanyol: distinguir entre esa superficialidad que ha podido significar un ascenso lógico (y obivamente meritorio) y la realidad que se encontrará el equipo la próxima campaña. La dirección deportiva deberá decidir cómo interpreta este film que ha durado 304 días, que puede acabar con un final de cuento (el título) pero que el curso próximo vivirá su verdadera reválida.