Koeman ante el abismo
El desastre del partido ante el Levante supone que el entrenador holandés manche su hoja de servicios suspendiendo un examen decisivo.
El futuro de Ronald Koeman como entrenador del Barcelona de cara a la próxima temporada se tambalea más que nunca después de la desastrosa actuación del equipo blaugrana ante el Levante. El inadmisible segundo tiempo del Barça en el que enterró de manera casi definitiva sus opciones de luchar por LaLiga después de haberse puesto en la primera parte del partido como líder virtual e incluso remontar el 2-2 deja al técnico ante el abismo.
Obviamente, Koeman no es el culpable exclusivo de la inexplicable autodestrucción del Barcelona, pero no es menos cierto que ni ayudó a solucionar el drama que se vivió en Orriols y que su gestión del partido dejó mucho que desear. Ante lo ocurrido el martes en Valencia, la continuidad del holandés parece más difícil que nunca.
Además, en esta ocasión, el técnico no pudo hablar con el presidente del club tras el partido. En esta ocasión, Laporta viajó a Valencia fuera de la burbuja del equipo porque tenía gestiones que hacer por la mañana en Barcelona. El presidente llegó por la tarde y en consonancia con los protocolos de LaLiga anti COVID no pudo tener contacto alguno con los miembros del equipo. Ni con Koeman, con el que mantiene una distancia sospechosa que contrasta con los elogios que le dedicó en campaña.
Ni siquiera la conquista de la Copa del Rey ante el Athletic provocó una declaración institucional por parte del máximo mandatario que refrendara la confianza en el entrenador holandés, que por su parte en rueda de prensa sigue reivindicando que le queda un año más de contrato.
No obstante, su puesto está en peligro.
A Koeman le reconocen desde el palco la valentía de haber aceptado el reto de coger el Barcelona en el peor momento de su historia: tras un 2-8 en Champions en plena crisis institucional y con Messi exigiendo su salida. También le reconocen el hecho de haber confiado en los jóvenes y de llevar al equipo a ganar un título y llegar con opciones de doblete a las últimas tres jornadas, pero todo eso no es bastante.
En el otro plato de la balanza pesa más el hecho de que, de entrada, Koeman no es el entrenador que hubiera elegido este equipo directivo de Laporta que ganó las elecciones. Es más, es un técnico elegido por Bartomeu.
También pesa el hecho de que su estilo de juego no responde a las exigencias tradicionales de la cultura blaugrana y desde algunos ámbitos del nuevo equipo directivo se exige hacer un proyecto propio por mucho que se reconozcan los méritos de Koeman y se admita que ha trabajado en condiciones muy complicadas.
La decisión queda pues en manos de Laporta. El propio Koeman lo explicó el lunes en la rueda de prensa previa al partido: "me gustaría contestar sobre mi continuidad después del último partido. El presidente desde el primer día me ha mostrado su confianza y si alguien puede decidir es el presidente. El futuro para mí no es para estar preocupado. He firmado dos años y me veo entrenador el año que viene. Si no es así, el presidente me lo dirá. Hemos quedado para hablar después de que termine la temporada. Ahora, vamos a esperar estas dos semanas".
Un día después de realizar estas declaraciones, tras el empate en el Ciutat de València, precisamente el mismo campo donde la junta de Bartomeu decidió que se tenía que destituir a Valverde, su tono era diferente.
Era consciente de que había suspendido el examen final y admitía que "a los entrenadores se les cuestiona siempre. Y entiendo perfectamente que haya preguntas".
Él es el primero que sabe que se encuentra ante el abismo.