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SEVILLA - GRANADA

Diego juega contra su origen

El Sevilla defiende su sueño liguero ante un entrenador de moda que creció en Nervión. El Granada, ya salvado, quiere ganar para mantener vivas sus opciones europeas.

Diego Martínez, en un entrenamiento del Granada.
ParkerDIARIO AS
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Origen o Comienzo (Inception). Así se titula la transgresora película en la que el cineasta inglés Christopher Nolan profundiza en la capacidad que tiene el mundo de los sueños para extraer ideas, individuales o colectivas, que acaban teniendo trascendencia en la vida real. Harto de convertir la ilusión en carne y títulos, este Sevilla de los récords al que sólo le falta un punto para matematizar la Champions intenta estos días adentrarse aún más en lo inimaginable con un objetivo épico, para muchos imposible: arrebatarle LaLiga a los tres grandes (sigue el partido de hoy en directo en As.com).

El ultrapragmático Lopetegui, que no quiere ni oír hablar de tamaña proeza, baja la pelota al suelo y avisa de que su equipo guarda cansancio, lesiones (quizá Koundé) y juega ante un rival de aúpa, capaz de detener ya la noria las fantasías sevillistas, el Granada de Diego Martínez.

Diego regresa esta tarde al origen de sus sueños. El estadio del club donde durante ocho años formó su carácter de técnico moderno a los pechos del mejor director deportivo del Mundo. "Si estoy en Primera es por Monchi", afirma si titubear el vigués, superdotado juvenil de los banquillos (no ha cumplido los 41 años) que ya despunta en España y llama la atención de toda Europa.

Lo hace después de una temporada tan especial como extenuante, que comenzó muy pronto con las previas de la Europa League y parecía haber culminado hace poco más de una semana en Old Trafford. "Mirándole a los ojos", dijo ayer Lopetegui, a todo un Manchester United en cuartos de final de la segunda competición continental. Historia futbolística a la sombra de La Alhambra.

Hace días ya que el Granada juega con la permanencia en el bolsillo, sin ataduras. Sin ellas goleó al Eibar el jueves para ponerse de repente nuevos deberes inesperados: mirar, aunque parezcan lejanos, hacia los puestos que dan derecho a pasearse por el continente. Otra vez, el año que viene.