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ESPANYOL

El ascenso estaba a 11 metros

El tercer penalti seguido que falla Raúl de Tomás atrasa el retorno del Espanyol a Primera. Pero el empate ante el Almería, que él mismo fabricó, vale oro.

Raúl de Tomás y Dimata, Espanyol.
Carlos MiraRCDE

Suspense. Inquieto e insatisfecho por naturaleza, solo así se progresa en la vida, el aficionado del Espanyol seguramente habría firmado antes del partido de Almería un empate que le mantenía a diez puntos del tercero, 11 si se añade el 'goal average' particular que es para los pericos. Y así exactamente quedan las cosas a falta de siete jornadas, únicamente 21 puntos en juego. Es decir, con un ascenso que se acaricia ya con la yema de los dedos. Sin embargo, con el fútbol a flor de piel incluso supo a poco porque tuvo el Espanyol el ascenso virtual y amarradísimo, pero solo le separaron 11 metros. Los del penalti que le hubieran dado la victoria y que marró Raúl de Tomás. Curioso que el artífice del 1-1, el autor de 20 dianas esta temporada y de aquella diana estratosférica ante el propio Almería, impida a los pericos descorchar ya el cava. Habrá que esperar. Si no es con cierto suspense, no sería el Espanyol.

Moreno tenía un plan. Con el cara y cruz de Óscar Gil y David López, recuperado el primero de su luxación en el hombro y renqueante el canterano de sus molestias en los isquiotibiales, Vicente Moreno tenía un plan. Conservador, tenso, exprimiendo los balones en largo y con Dimata como boya (no es que fuera waterpolo, si bien el encargado del riego seguramente se extralimitó) y como imán de faltas. La idea inicial consistía en esperar a que se equivocara el Almería, que por algo era el más necesitado, aunque también el más habituado a combinar, el Segunda que más pases da, sobre el Sporting y el propio Espanyol. Y así, que fueran pasando los minutos, que el empate también valía…

Morlanes, 'perico'. La paradoja del planteamiento perico fue que Sadiq, aislado en la punta del ataque, acabó marcando con un balón en la espalda, la propia medicina del Espanyol. Hasta entonces, y con Makaridze en el extremo opuesto viendo pasar el tiempo, la acción con más salsa del primer tiempo la había protagonizado Morlanes. Naturalmente, no aquel consejero delegado del Espanyol de cuando se conquistó la Copa del Rey de la que acaban de cumplirse 15 años, sino el dmediocentro del Almería, quien regresaba tras cumplir sanción. Sacó a pasear el brazo y tocó el balón en el área. Una mano que ni el árbitro ni el VAR vieron como penalti, igual que en otra jornada sí se hubiera decretado. O del mismo modo que sí pitó más tarde el de Raúl de Tomás, bastante más liviano. Porque si algo hemos aprendido esta temporada es que el criterio arbitral se mueve tal como el viento mece a una veleta.

'Wild card' para Raúl de Tomás. La confianza de un equipo se mide en lo que tarda a reaccionar ante un gol recibido. Y la del Espanyol en este tramo final de temporada está por las nubes. Quien nunca tuvo problemas de autoestima es Raúl de Tomás, que se fabricó el 1-1 con tantos recortes en el área chica como si estuviera en el círculo central, que regaló el gol a Dimata y que lo celebró como si lo hubiera anotado él, con el seguimiento de sus compañeros. Buen síntoma. Quizá merecería una ‘wild card’ para que LaLiga se lo contase como tanto suyo, lo que le auparía al ‘pichichi’. Una diana también para reivindicar un 4-4-2 que tantas alegrías está deparando a los pericos.

La luz se le apagó. Pero en pocos minutos pasó De Tomás de la alegría a la decepción, al fallar su tercer penalti en otras tantas jornadas consecutivas. El primero, en Albacete, lo convirtió después de que rechazara Tomeu Nadal. El segundo, ante el Leganés, fue un lanzamiento a lo Panenka que se estrelló en el larguero. Y esta vez, en los Juegos Mediterráneos, lo tiró a la diestra de Giorgi Makaridze, quien le adivinó la intención y que encima detuvo su primera pena máxima como guardameta del Almería. Se le apagó la luz a RdT, tan capaz de una maravilla en movimiento como de marrar en estático desde los 11 metros, y que de cabeza se volvería a topar casi al final con el portero local. Misterios del fútbol.