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REAL MURCIA

El fracaso de la amistad

El conjunto grana tiene prácticamente los dos pies en Segunda RFEF debido a una nefasta gestión deportiva en la que las relaciones personales tuvieron un papel protagonista.

El fracaso de la amistad
Real Murcia

El Real Murcia, salvo varios milagros, descenderá a la cuarta categoría del fútbol nacional a la conclusión de la segunda fase de la temporada. Se confirmará el fracaso deportivo del Consejo de Administración liderado por Francisco Tornel, al que para ser justos hay que reconocer su buen trabajo en el aspecto económico y social. Pero en lo que tiene que ver con ‘la pelota’, se ha demostrado que sus miembros son simples aficionados que han tomado sus decisiones en base a criterios no profesionales: uno de ellos, la amistad. Y es que las relaciones personales han tenido mucha importancia en el aspecto deportivo, que hoy deja al club de Nueva Condomina con un futuro mucho más complicado que el que ya tenía.

Julio Algar no era el preferido de Francisco Tornel para la dirección deportiva, pero acabó contratándolo. Todo por los lazos que el ex futbolista grana tenía, y tiene, con personas con poder dentro del Real Murcia como por ejemplo Emilio García, con el que coincidió en el fútbol regional. Al respaldo de García hay que unir el que tuvo después de Francisco Miró y Daniel Moreno. A pesar de ser Tornel el máximo accionista, nadie podía ‘discutir’ las decisiones de estos. Así que Pedro Cordero, que realizó a la perfección el trabajo de reducir costes, fue despedido y se desechó la contratación de José Miguel Campos y Óscar Sánchez, entre otros.

Algar arranca con mal pie

Si fue cuestionada la contratación de Algar, por su inexperiencia en una dirección deportiva, más todavía se puso en duda su capacidad cuando comenzó a firmar en el verano de 2019. Lo que más sobresalto produjo fue la contratación de su hijo, Julio Algar Torres, que se incorporaba a la entidad sin realizar méritos para ello: acumulaba 10 partidos en Segunda B con el CD Guijuelo.

La presencia de Algar Torres en la plantilla fue uno de los primeros motivos de la mala relación con Adrián Hernández, que no confiaba en el joven central. A ello hay que unir las opiniones opuestas en otros futbolistas, como Meseguer. Al director deportivo no le gustaba el centrocampista y era un fijo para Hernández, clave en el despegue del canterano que a día de hoy está en el CD Mirandés y en el que se han fijado clubes de Primera.

Un mal arreglo

La pandemia puso fin al curso 2019-20 antes de lo previsto y se empezó a configurar el nuevo proyecto. Por un lado, estaban los ‘amigos’ de Algar y por otro los escasos apoyos de Hernández, que sí contaba con el beneplácito de la grada. La decisión ‘amistosa’ fue la continuidad de ambos, que fingieron el enésimo apretón de manos. Desde un lado y otro se dijo que iban a trabajar en la misma dirección, pero en privado uno y otro se culpaban de los malos resultados.

Loreto, el amigo e ídolo

La salida de Adrián Hernández del banquillo del Real Murcia fue un alivio para Julio Algar. El director deportivo ahora sí podía poner al técnico que siempre quiso. Al igual que a la hora de firmar jugadores, no se fue muy lejos, no buscó ni peinó el mercado. A lo conocido, lo más fácil. Así que eligió a José Luis Rodríguez Loreto, con el que coincidió en su etapa de futbolista en el conjunto grana y en el Córdoba CF y además había sido ídolo en La Condomina.

Pero Loreto, al que menos se le puede culpar en este desastre, tampoco ha tenido los resultados esperados y en sus declaraciones, una semana tras otra, no ha dudado en quejarse de los continuos errores de los jugadores firmados por Algar y que han acercado un poco más al abismo al Real Murcia.