El Milan acaba con la maldición de San Siro
Los rossoneri batieron 2-1 al Genoa y reforzaron su segundo puesto. Fue un triunfo sufrido, pero sirvió para acabar con la mala racha en casa, donde no ganaban desde hace más de dos meses.
El Milan vuelve a ganar en San Siro tras más de dos meses de espera, gracias a un 2-1 con el Genoa, que hizo sufrir bastante a los de Pioli. Un triunfo como locales faltaba desde el pasado 7 de febrero con el Spezia: luego los milanisti apenas cosecharon dos puntos en cuatro jornadas en casa.
Los rossoneri necesitaban una victoria para romper esta mala racha y defender su segundo puesto (el scudetto, con el Inter a 11 puntos, ya es imposible) y, sobre todo, dejar lejos al Nápoles, que ocupa el quinto lugar y acecha la zona Champions.
El conjunto milanés tuvo que jugar sin Ibrahimovic, sancionado por su rara expulsión de hace una semana, y adaptó a Leao en el centro de la delantera. El partido comenzó bien para los locales y el 1-0 llegó gracias a un bonito zurdazo cruzado de Rebic desde el límite del área, después de una falta de Theo que golpeó la barrera.
El mismo Leao, después, perdonó el 2-0, y el Genoa empezó gradualmente a empujar. Scamacca, que suena para ser el vice-Ibrahimovic en la próxima temporada, forzó un córner que lanzó Zajc y Destro, anticipando bien a Tomori, lo convirtió en el 1-1 con un cabezazo.
En la segunda mitad hubo ocasiones en ambas áreas y Rebic que desperdició enseguida el balón 2-1 tras una combinación entre Saelemaekers y Kalulu. Ballardini sacó del banquillo a Pjaca, que reavivó su delantera, y justo instantes de sustituirle, Scamacca causó el tanto decisivo. En un córner de Calhanoglu, el punta le dio la espalda al balón, que le golpeó y se coló en la portería de Perin. Tenía que ser su partido, pero el italiano vivió una tarde para olvidar.
El partido no cambió después del afortunado 2-1 milanista, los vaivenes continuaron y en el 86', tras un fallo de Donnarumma, los rossoneri se salvaron gracias a Dalot y Kjaer, que rechazaron en la línea de gol los remates de Masiello y Brahim. Fue el último gran susto para el Milan.