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REAL MADRID

Zidane, patrón de los imposibles

El técnico francés reivindica su labor al frente del Madrid llevándolo de nuevo a semifinales de Champions. Ha superado 10 de 11 eliminatorias en Copa de Europa.

Madrid
Zidane, durante el Liverpool-Real Madrid.
Zidane, durante el Liverpool-Real Madrid.AFP

Tras dos temporadas de caída prematura en los octavos de final, el Real Madrid vuelve a su hábitat: es uno de los cuatro equipos clasificados para las semifinales de la Champions League, junto a Chelsea, PSG y Manchester City. En la siguiente ronda espera el club londinense, menos habituado a estas instancias, pero peligrosísimo desde que Thomas Tuchel se adueñó de su banquillo. En Liverpool, el Madrid defendió con orgullo el 3-1 cosechado en la ida de Valdebebas y, con un 0-0 suficiente para pasar ronda, sacó billete para semifinales.

Un nuevo éxito para el equipo blanco en Europa, el territorio en el que siempre midió el club madridista su grandeza: se ha metido en nueve de las últimas once semifinales, alcanzando la final cuatro veces y levantando el título esas cuatro ocasiones. El empate sin goles en Anfield repartió el mérito entre unos cuantos nombres propios: Courtois sostuvo al Madrid con sus paradas, Valverde se batió el cobre como improvisado lateral, Modric oxigenó el medio campo... Pero si este pase a semifinales reivindica a alguien, es a Zidane, el hombre tranquilo que hace más de dos meses perdía su habitual calma para pedir respeto para el Madrid y que no se les enterrase tan pronto. Ahora, el Madrid está entre los cuatro mejores de Europa y metido de lleno en la lucha por la Liga. Zidane lo ha vuelto a hacer.

Cabeza fría... pero no siempre

El seguimiento del día a día de la actividad del Real Madrid dibuja en torno a Zidane un halo de entrenador impasible. No se altera, ni en las buenas ni en las malas; lo dejó claro una imagen que se hizo viral durante el Liverpool-Madrid, en la que Klopp y Casemiro se encaraban tras una dura entrada del brasileño y, en un ambiente de pura tensión, asomaba al fondo Zizou con una sonrisa de oreja a oreja. Esa cabeza fría, de un perfil muy similar a otros entrenadores que hicieron carrera en el Madrid (Molowny, Del Bosque, Ancelotti...), le ha permitido capear los sucesivos temporales que azotan al equipo merengue temporada tras temporada. Aunque a principios de febrero, tras la última derrota del Madrid este curso (1-2 ante el Levante en Valdebebas), Zidane levantó la voz.

"Yo no lo voy a dejar, ni los jugadores tampoco. Nos merecemos acabar esta temporada. El año que viene la Liga la ganamos nosotros, el Real Madrid. Tenemos derecho a pelear por esta Liga, dejadnos pelearla. Ganamos la Liga el año pasado, eh, no hace diez años. Hay que respetar un poco a la gente que trabaja". En su mensaje tras la derrota contra el Levante y antes de medirse con el Huesca, Zidane hizo una encendida defensa de su plantilla y pidió confianza en sus posibilidades. Hoy, dos meses y medio después, dicho reclamo se ha probado merecido: once victorias y tres empates en los últimos 14 partidos.

Variedad táctica

Otras de las cuestiones que suelen perseguir a Zidane es el sambenito de que es un entrenador sin demasiado fondo táctico, un buen alineador con capacidad para manejar los egos del vestuario, en buena medida gracias a su pasado en el mundo del fútbol, pero por debajo de otros con un enfoque más científico de la profesión. Los títulos han sido el mejor antídoto contra esas consideraciones, pero esta temporada además Zidane está mostrando bastante soltura a la hora de variar los sistemas para sacar el mejor rendimiento del equipo.

Zidane y Klopp, en Anfield.
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Zidane y Klopp, en Anfield.Getty Images

Empezó el curso con un 4-4-2 en rombo, con dos puntas; luego regresó al 4-3-3 clásico, la base con la que ha logrado muchos de sus triunfos en el Madrid; y en los dos últimos meses ha ido introduciendo un 5-3-2 con dos carrileros y tres centrales con el que afianzar al equipo en defensa ante las múltiples bajas y sacar además las últimas gotas de talento de Marcelo, uno de los pilares del Madrid de las cuatro Champions en cinco años al que las costuras en defensa le delatan, pero que arriba sigue generando química ofensiva. Contra el Liverpool tiró de Valverde como lateral derecho (su confianza en Odriozola es nula) y se centró, durante toda la eliminatoria, en evitar que los de Klopp desbordasen al Madrid por fuera con sus larguísimos laterales; por ahí se empezó a fraguar la presencia blanca en semifinales de la Copa de Europa.

Enamorado de la Champions

Como entrenador del Madrid, Zidane ha ganado dos Ligas, dos Mundiales de Clubes, dos Supercopas de Europa, dos Supercopas de España..., pero si algo define su relación con el club blanco es la Champions: tres títulos como entrenador, a los que sumar otro como segundo de Ancelotti y otro más como jugador, con voleón precioso incluido. Sus registros en la Copa de Europa como primer técnico no admiten demasiada discusión: ha ganado en diez de las once eliminatorias en que ha participado (sólo cayó en octavos ante el City en la 2019-20) y se ha impuesto en las tres finales. Este curso ya ha apeado a Atalanta y Liverpool; ahora llega el Chelsea, en la antesala de la final de Lisboa, en la que buscaría su 12º título con el Madrid en menos de un lustro.

Sin excusas

La primera temporada íntegra en pandemia prometía ser movida para los entrenadores y sin duda lo ha sido para el Real Madrid, cuya enfermería no ha parado de trabajar desde el inicio de la preparación, allá por agosto de 2020. El Madrid se ha tenido que apañar sin Ramos en varios momentos, sin Hazard en muchos otros, Carvajal apenas ha podido jugar, Lucas ha sido el último en caer y no volverá a jugar esta temporada... Los problemas físicos se llevaron en muchos momentos en fondo de armario del Madrid y Zidane, que tuvo que tirar de canteranos para completar muchas convocatorias (de todos ellos, ha mostrado predilección por el volante Arribas), nunca alzó la voz para justificar malos resultados por la falta de efectivos.

Sí reclamó en cierto momento una reflexión dentro del club para frenar la sangría: "No entiendo lo de las lesiones, no son por mala suerte. Estoy preocupado". Dicha reflexión ha llegado a buen término, pues la enfermería blanca se ha ido vaciando paulatinamente, aunque no consigue hacerlo del todo: todavía quedan ahí Carvajal (en el último tramo de su recuperación), Ramos (regresará a primeros de mayo) y Lucas Vázquez. Y está por ver si no hay nuevos ingresos, tras el Clásico Zidane ya avisó de que los jugadores están "al límite"; de momento, el marsellés se las arregla para que la rueda siga girando, independientemente de quiénes estén disponibles para darle el empujón.

Fe sin (casi) límites

Los dos últimos meses han permitido ver la recuperación y el alzamiento de varios jugadores que habían perdido mucho peso en el Madrid y que ahora disfrutan de un papel protagonista. Vinicius es el caso más evidente: el Madrid ha pasado a semifinales gracias en buena medida a sus dos goles en la ida en Valdebebas al Liverpool; Zidane nunca fue un apasionado del brasileño, mostrando bastante más predilección por Rodrygo en la comparación, pero el rendimiento de Vini en las semanas pasadas no ha dejado más remedio a Zizou que el de entregarse al extremo. Con buenísimos resultados hasta el momento.

En la defensa, reconvirtió a un Lucas Vázquez que no tenía demasiado sitio arriba en un lateral de garantías y le dibujó un futuro en el momento en que el gallego más lo necesitaba, a meses de acabar su contrato en el Madrid (sin renovación de momento). Sin Ramos ni Varane, no le quedó más remedio que confiar de lleno en Nacho y Militao, y los dos le respondieron con nota: impecables ante Liverpool, dos veces, y Barcelona. Y ahí está también Asensio, al que recetó un breve paso por el banquillo y logró la reacción esperada: cuatro goles en cuatro partidos consecutivos.

No ha sido así con todos, evidentemente: a algunos jugadores les mantiene la fe justa y necesaria y sólo tira de ellos si no queda más remedio, como Odriozola o Mariano. Otros se veían tan faltos de cariño por parte del técnico que prefirieron irse en enero a buscar pastos más verdes, como Jovic y Odegaard. Pero en general la sensación de integración en la dinámica del equipo blanco es total dentro del vestuario, como muestra la inclusión en varios de los últimos partidos de Isco como revulsivo; el malagueño, tras meses desaparecido, asoma la cabeza.