Algar dimite antes de que lo cesen
Tras el fracaso de la actual temporada, el director deportivo deja un cargo en el que no iba a seguir de cara al próximo ejercicio.
Que la actual temporada del Real Murcia en el apartado deportivo está siendo un fracaso es algo que ya se asume desde el mismo club. Se tardó demasiado en hacerlo, pero lo han entendido así. El primero de ellos, un Julio Algar que ha presentado su dimisión como director deportivo de la entidad tras la derrota cosechada frente al Linense y que deja prácticamente sin opciones al cuadro de la capital del Segura de estar el próximo curso en Primera RFEF. O lo que es lo mismo, lo desciendo una categoría. Salvo milagro, el club de Nueva Condomina estará en la 2021-22 en la cuarta división nacional, equivalente a la actual Tercera.
Algar, cuya estancia en el Real Murcia siempre estuvo acompañada de polémica por su estrecha relación con miembros del Consejo de Administración y sus desavenencias con Adrián Hernández, no ha cumplido el objetivo marcado en ninguna de las temporadas en las que estuvo al frente de la dirección deportiva. Lo más positivo podría ser su paso como entrenador, en la recta final de la 2018-19.
Un año después, tras asegurar la permanencia, ya tomó el poder absoluto como director deportivo y llegaron las primeras críticas. Con un presupuesto medio-alto para la categoría, confeccionó una plantilla de jugadores con escaso bagaje en Segunda B, entre los que se encontraba su hijo. Esto marcó a ambos durante todo el curso, pues Adrián Hernández, el entrenador, no confiaba en el chico y la grada tampoco. Con el objetivo de murcianizar el plantel llegaron futbolistas de la Región que apenas duraron un año, como es el caso de Manolo, Peque, Juanra, Alberto o Marcos Legaz. Menos Peque, el resto ha jugado en el presente curso en Tercera División. El Real Murcia acabó octavo, lejos del objetivo del playoff y en una temporada en la que se terminó la competición antes de lo previsto por la Covid-19.
En el campeonato actual, la lucha con Adrián Hernández estuvo cerca de acabar con los dos fuera del Real Murcia. Nunca fue un secreto la mala relación entre ambos. Pero Algar tenía el apoyo de ciertos consejeros con mucho poder en el club y el técnico de la afición. Se confeccionó un bloque cuyo objetivo era el ascenso a Segunda o, mínimo estar en Primera RFEF. Pero desde el verano se vio que el nivel de los refuerzos no estaba acorde con la meta: Junior, Miguel Muñoz, Segura, Youness, Sandoval, Antonio Navas… La mala planificación de verano se repitió en invierno: se marchó Chumbi, con cinco goles, y llegó Marcos Mendes, suplente en el Algeciras CF. Junto a él, Champagne para suplir a Marcellán; Molinero y Gurdiel, dos laterales derechos; Ton Ripoll, que no ha aparecido; y Verza, Carrillo y Fuentes. Los dos últimos, posiblemente únicos aciertos.
No renovaciones
Hay mucho que achacar a Algar, incluso cuando tuvo aciertos. Dos de sus apuestas, Álvaro Rodríguez y Dorrio, se marcharon a clubes de potencial mayor por su buen rendimiento en el Real Murcia. El director deportivo no estuvo rápido para ofrecerles la renovación y cuando lo hizo ya era demasiado tarde.
Ventas de canteranos
La idea de murcianizar el club duró poco. Ya no sólo por las bajas de jugadores que no estaban al nivel esperado, también porque se vendió a canteranos como Meseguer, Juanma Bravo y Josema a CD Mirandés, AD Alcorcón y RCD Espanyol respectivamente. La cuantía por los tres fue mínima, no llegando a 350.000 euros.
Un caso a destacar es el de Meseguer. Algar no contaba con él para el primer equipo y la insistencia de Adrián Hernández hizo que el ahora futbolista del CD Mirandés fuese uno de los más destacados del curso. Incluso le hizo portar el brazalete de capitán a pesar de su juventud.
Filtraciones
Cuando no ha interesado un jugador, se ha filtrado interesadamente el salario para que la afición esté en contra del futbolista. Pasó con el capitán Armando, con Chumbi y con Curto. Tormentosos veranos en los que hombres importantes del vestuario estaban señalados desde el propio club y finalmente permanecían. Dos de ellos no duraron en aprovechar el momento para buscar una salida, Armando y Chumbi.