El Leganés y su héroe escondido en la gesta de Oviedo
El Leganés retorna a Oviedo, escenario en el que se sintió de Primera hace 5 años. El gol del triunfo, de Gabriel, quedó sepultado por el penalti de Serantes.
El Leganés visita mañana domingo Oviedo. Oviedo. El nombre de la ciudad carbayona retumba al sur de la capital como un terremoto de nostalgia con su propio sonido en el tremar del recuerdo: Serantes, Serantes, Serantes, canta el eco de la memoria. Si el lector alarga la ‘a’ del apellido, repetirá con precisión el alarido que recorrió el Carlos Tartiere la tarde que el ahora portero del Tenerife le paró a Susaeta un penalti vital para el ascenso pepinero a Primera.
Los 300 seguidores blanquiazules desplazados ese jueves a Asturias convirtieron por un instante el templo azulón en un Butarque exiliado. “Esa tarde ya sentíamos que habíamos subido”, recordó en AS el propio Serantes el 26 de mayo de 2020, cuando se cumplían cuatro años de aquella gesta, la que enterró a las sombras de la gloria al héroe escondido de aquella tarde: Gabriel Appelt Pires.
Porque ese triunfo con el que el Leganés se sintió imbuido definitivamente de la confianza para subir lo refrendó una parada (la parada del ascenso), pero lo consumó un gol sin apellidos, ni pedigrí. Un gol que se ha esquinado en el trastero de la historia del Leganés. Sí, los pepineros vencieron 0-1 y el tanto del triunfo lo hizo él Gabriel Pires.
“Sin aquel gol, no habríamos ganado”
Para el ahora mediocampista del Benfica, aquel gol es uno de los más importantes de su carrera. Es una de sus confesiones habituales. Junto al que le marcó al Real Madrid en el Bernabéu para certificar el pepinazo Copero, seguramente el más trascendente de su paso glorioso por la Avenida de los Once Leones. Sucede, sin embargo, que casi nadie recuerda aquel partido por el tanto que marcó este brasileño reclutado desde la Juventus cuando nadie sabía quién era.
“Alguna vez lo he hablado con Gabriel. Nadie se acuerda de él en aquel partido. Todo Serantes, Serantes, Serantes… pero sin Gabriel no habríamos ganado aquel partido”, admite en aquella misma charla el propio portero de Barakaldo por su parada a Susaeta, la que enterró el tanto de su propio compañero.
Del desastre a la gloria
Fue un gol anómalo. Primero, porque Gabriel, un zocato cerrado, lo marcó con la derecha. Sucedió en una acción de estrategia, de ésas que el equipo ensayó por la mañana sin demasiado éxito. “Un desastre de entrenamiento. No nos salía ni una”, admite Bustinza en un documental que el club ha estrenado esta semana a propósito del partido en el Tartiere, con intimidades de esa jornada. Quiso la fortuna que precisamente la pizarra decidiera el duelo.
La falta lateral, algo retrasada y escorada a la derecha, la ejecutó Timor, también zurdo cerrado. La puso al segundo palo y ahí cabeceó Gabriel. Pablo Insua recogió el rechace dentro del área y trató de chutarla, pero la bola salió rechazada justo a la diestra de Gabriel, que rápido la metió dentro de la portería. Un gol de reflejos e histórico, pero nunca repetido tantas veces como la parada de Serantes.
Era el sexto tanto que hacía ese curso en el que aún le quedaba por marcar uno más (se lo clavó al Llagostera en la siguiente jornada) en la primera de las tres temporadas que fue blanquiazul. En 2018, y después de un proceso tenso de negociación, abandonó Butarque para fichar por ocho millones de euros por el Benfica, en el que ahora, pese a la agitación del equipo lisboeta, es uno de los jugadores más aplaudidos por la crítica, aunque en Da Luz, aún, no ha alcanzado la condición de héroe escondido como gozó con el Leganés esa tarde de mayo en Oviedo.