OCTAVOS (IDA) | DINAMO 0-VILLARREAL 2
Pau y Albiol avisan a Europa
El Villarreal es otro diferente al de LaLiga y los goles de sus dos centrales le permiten encarrilar la eliminatoria con solvencia en Kiev ante un Dinamo superado.
El Villarreal se comporta ante la pandemia, en esta tercera ola, como cualquiera de nosotros. Tras unos primeros meses de temporada manteniendo una rutina reparadora en casa, empieza a agobiarse de mala manera sin salir y expandirse (ocho partidos sin ganar en LaLiga), así que es con sus escarceos extramuros de los jueves por Europa donde de verdad vuelve a ser feliz. Esta vez, en el primer y añorado contacto con la gente (30% del aforo en Kiev) mostró su gesto más equilibrado, la fiabilidad que le hizo temible antaño y una alegría en su juego, a uno o dos toques (salvo el Correcaminos de Pedraza), que le permite estar en ventaja ante un rival rebotado de la Champions que, además, en Ucrania domina con mano de hierro. Los goles de dos centrales, Pau Torres (30’) y Albiol (52’), en otras dos apariciones divinas de Gerard en el área, valen oro en esta prestigiosa victoria y demuestran que el orden de los factores no altera al producto: si siempre se dice que “la mejor defensa es un buen ataque”, en esta eliminatoria también vale decir que “el mejor ataque es una buena defensa”.
El Submarino, lejos de afrontar la ida pensando en la vuelta, mostró su mismo dibujo atrevido desde que Emery cogió el timón. Chukwueze sentó a Moi y los otros diez fueron los de siempre, con la confianza en la mente y el cansancio en las piernas. La fe en los pilares, pese al bache de resultados, funcionó. Trigueros pudo adelantar a su equipo en el 4’ con una milimétrica estrategia de córner. Pero el primer tanto llegó en la continuación de otro saque de esquina, en el que Gerard hizo un regalo a Pau de los que no se olvidan. Fue un premio al Villarreal por su apuesta y valentía. Lo peor, de nuevo, fueron los despistes aislados en la salida de balón. Avivaron por momentos a un Dinamo que jamás encontró las sensaciones positivas en el primer tiempo y que sólo tuvo a Rodrigues como verdadero peligro.
El Dinamo intentó tras el descanso realizar una presión más alta, tratar el balón con más mimo y correr de vez en cuando a la espalda de Foyth, Funes Mori (sustituto del lesionado Pau) y compañía. No encontró el camino, por lo que Lucescu, el mítico entrenador de 75 años que ha acallado las críticas de sus propios aficionados por su pasado en el Shakhtar, echaba humo. Emery, viejo colega suyo, le ganó la partida en la pizarra, en el estudio del partido, en la puesta en escena y en sus correcciones en la segunda mitad. La puntería de Albiol, al aprovechar un rechace después de otra falta bien ejecutada, trajo una calma necesaria en un Villarreal que de los 11 últimos encuentros sólo ha ganado tres, todos ellos con el pasaporte internacional en la boca. El equipo de Emery, ese mustio y agobiado de LaLiga, camina con firmeza en la Europa League. Si con 0-2 en España se hubiera echado atrás, en esta competición sólo sabe ir al frente y estuvo cerca de encontrar la sentencia en varias amenazas de Trigueros, un llegador de los buenos. Tras ser apeado en semifinales en otras ediciones, en Kiev confirmó la ilusión de que éste puede ser su año. Con Gerard de abanderado el sueño es más posible que nunca.