El im-paciente Espanyol
La segunda vuelta –con resultados inversamente proporcionales al juego– y los arbitrajes, con el club y la masa social como agua y aceite, parten en dos las expectativas.
Sobre el papel, un empate en El Molinón, donde ningún visitante ha salido victorioso esta temporada, se antoja positivo. Sin Raúl de Tomás y con el equipo aún en plazas de ascenso directo a Primera. Pero el fútbol no solo es una 'x' en la quiniela, sino la suma de un sinfín de circunstancias. Y ante el Sporting, el domingo, confluyeron una marejada deportiva y otra social, avivadas ambas por una cuestionable decisión arbitral, que dibujan un Espanyol bicéfalo.
Desde el punto de vista futbolístico, la dicotomía es tan evidente que el propio Vicente Moreno asume que "de unos partidos para acá no estamos encontrando el premio que buscamos y que posiblemente merecemos". Dicho de otro modo, el buen juego y dominio de los pericos –aun con lagunas defensivas, como la que propició el gol de Uros Djurdjevic– es inversamente proporcional a sus resultados. Y así es como, en lo que va de segunda vuelta, suma el Espanyol ocho puntos, por los 15 de Mallorca y Leganés, o los 11 de Almería y Sporting, si bien es cierto que ya se ha medido con bermellones y asturianos –sin perder–, y también contra el Rayo.
La controversia es mayor en el plano social. Un más que probable penalti por derribo sobre Óscar Gil, que no acertaron a señalar ni Luis Mario Milla Alvendiz, árbitro sobre el césped, ni sobre todo el encargado del VAR, Santiago Varón Aceitón –mallorquín y recordado por su polémica expulsión de Lluís López ante Las Palmas– ha prendido la mecha.
Al término del partido, el consejero delegado del Espanyol, José María Durán, accedió a intervenir en algunas radios –'La Grada' y 'Tiempo de Espanyol'–. Pero, lejos de representar el ánimo de los pericos, su apelación a la calma y a trabajar solo interna y sigilosamente –este lunes supuestamente telefoneó a organismos como la Federación o el Comité Técnico de Árbitros– para mejorar los arbitrajes, a "no caer en populismos", como llegó a expresar literalmente, provocó un rechazo que desembocó en un comunicado de los pequeños y medianos accionistas (agrupados en la APMAE) exigiendo al club "autoexigencia y rebeldía".
Como casi siempre, las aguas volverán a apaciguarse con el paso de los días y la ausencia de público en el RCDE Stadium –este lunes se cumplía un año del último encuentro con espectadores– contribuirá a alimentar esa apariencia de remanso de paz, el viernes ante el Oviedo. Pero la afición seguirá existiendo. Y la paciencia, batiéndose en duelo con la impaciencia. Algo que solo el ascenso logrará aquietar de verdad.