"Sacrifiqué no tener amigos y la familia para llegar donde estoy"
Hijo de la rebelión en Albania y la Guerra de Kosovo, aborda el mediocentro con AS una ajetreada trayectoria que ya pasó por el Espanyol a los 11 años: "La vida lo devuelve todo".
Cuenta Keidi Bare (28-08-1997, Fier, Albania) que su nombre no es típico albanés, sino que lo vieron su madre y su abuela en la tele y ya se quedó para siempre. Y que su castellano, casi perfecto, lo aprendió "a lo bruto", sin profesores. El exjugador del Atlético de Madrid y Málaga es hoy indiscutible en el Espanyol, que el sábado recibe al Sabadell, contra el que debutó. Ahora, en "un vestuario de puta madre", recoge los frutos de una trayectoria repleta de sacrificios, que comenzó entre la rebelión de Albania y la Guerra de Kosovo. No se trata indudablemente de un jugador cualquiera, sino alguien que desde su infancia ha vivido solo por y para el fútbol. De todo ello ha conversado con AS.
Keidi, ¿de dónde surge su nombre?
Si le digo la verdad, no sé de dónde sale, salvo que un día mi madre y mi abuela lo vieron en la tele y les gustó tanto que me lo pusieron. A mí también me gusta (ríe), es corto y se aprende rápido. Otra cosa es el apellido, hay quien dice 'Baré' cuando es Bare.
Pues Keidi Bare, recibe el Espanyol este sábado al Sabadell, contra el que usted debutó en la primera vuelta…
Allí justo supe que me iban a poder inscribir para jugar con el Espanyol tras unos días de intriga por el límite salarial, aunque yo confiaba. Y ganamos, como tenemos que hacerlo ahora para hacer bueno el triunfo tan necesario contra el Mallorca.
¿Por qué el Espanyol y no el Getafe, que pujó fuerte por ficharle, u otros clubes italianos que también le pretendían?
Eso es verdad, pero desde el principio tuve muy claro que quería venir al Espanyol. Me sentía muy a gusto conmigo mismo y la confianza que me transmitió el club me impresionó. Hicieron lo imposible. Tomé un riesgo y salió bien. Hay que tomarlos, si no lo haces no vales para nada.
Muy directo. ¿La lucha es una de las virtudes que mejor le definen?
En la vida siempre hay que luchar, para conseguir las cosas, porque nadie te regala nada. También en el fútbol. Y, sobre todo, ser humilde. Yo he luchado un montón para llegar donde estoy.
De hecho, usted nació en 1997 entre la rebelión en Albania, que empobreció enormemente su país, y la guerra de Kosovo. Aunque era muy pequeño, ¿eso forja un carácter?
Es verdad. Mi padre me explica que fueron tiempos muy duros, ellos lo pasaron muy mal y siempre le doy gracias a Dios de que estén con vida. La lucha viene de familia porque mi padre fue muy pesado conmigo para que llegara lo más lejos posible en el fútbol, si estoy aquí es por él.
Ahora está aquí, como dice, pero es que en 2009, en edad alevín, también estuvo probando una semana con el Espanyol. ¿Cómo fue que aquello no prosperó?
Vine a través de Albert Stroni (exjugador albanés de Compostela, Ourense o Mérida). Me quedé una semana en Barcelona, él me recogía para ir a los entrenamientos, pero fue muy difícil porque yo era muy pequeño, no tenía los papeles y al final no pudo ser. Pero mira cómo es la vida, que te lo devuelve todo. Ahora estoy en el Espanyol y muy feliz. Era casi imposible, por eso cuando surgió la oportunidad de fichar enseguida en casa recordamos aquellos tiempos.
"Era muy pequeño, no tenía los papeles. Pero la vida te lo devuelve todo. Ahora estoy en el Espanyol y muy feliz"
Donde sí recaló finalmente entonces fue en el Panathinaikos. ¿Cómo vive un niño de 11 años separado de su familia y en un país que no es el suyo?
Mi padre, que como he dicho era muy estricto en temas de fútbol, entendía que yo en Albania no tenía futuro. Grecia me dio la oportunidad de crecer aunque tuve que vivir cuatro años solo, igual que después en el Atlético. Pero eso es el fútbol: tomar decisiones, trabajar duro y tener en la mente el objetivo de llegar lejos. Creo que ahora estoy haciendo algo bueno y no pienso detenerme aquí.
¿Se puede decir que sacrificó su infancia para obtener ahora la recompensa?
Sacrifiqué muchísimo por el fútbol, mi niñez sin amigos y a la familia, para llegar donde estoy. Yo no sabía lo que era tener amigos, no salía a jugar con otros chicos porque todo lo era el balón. Lo pasé muy mal, fatal, por estar lejos de mi familia a los 11 años, pero tenía que pensar en mi futuro.
Mencionaba ya al Atlético de Madrid, donde aterrizó con 15 años y en el que llegó a debutar con el equipo de Simeone en la Copa del Rey. Ahí ya vería que podría ser profesional…
Sí, porque me venían a la cabeza los momentos que pasé de pequeño, que sacrifiqué y lo pasé mal, y me decía a mí mismo 'ha valido la pena lo que he hecho'. Cuando debuté con el Atleti fui realmente feliz.
Su carrera en el Atlético, sin embargo, acabó con una sanción ejemplar por insultar a un árbitro…
Nunca he hablado de ese tema y tenía ganas de hacerlo, porque el futbolista siempre queda como el malo de la película. Yo no dije las palabras que se escribieron, por eso aún me enfadé más y me subieron la sanción hasta 12 partidos. Pero las cosas pasan, no tengo nada contra nadie y debo aprender de mis errores.
"Yo no dije las palabras que se escribieron, por eso aún me enfadé más y me subieron la sanción"
¿Cómo ha conseguido contenerse tanto en el Espanyol un futbolista con fama de agresivo, que recibía un sinfín de amarillas?
Lo he trabajado muchísimo. Intento hacer las cosas bien para evitar al máximo que me saquen muchas tarjetas, aunque la gente también debe entender que en el fútbol hay que ser agresivo, que no violento, porque si no estás atento y vas fuerte el rival te come la tostada. Eso es algo que no voy a permitir. Voy al cien por cien en los partidos, y en los entrenamientos, para irme a casa con la conciencia tranquila.
En su demarcación, si cabe, es más espinoso esquivar el contacto…
Exacto, todo pasa por el mediocentro, es muy fácil sacarnos una amarilla. No es como, por ejemplo, un delantero.
"Lo he trabajado muchísimo. Intento evitar al máximo que me saquen muchas tarjetas"
En el Málaga, donde acabó de explotar, al fin pudo reencontrarse con su familia.
Sí, hace dos años que vivo con ellos. Y me siento lleno, porque lo son todo para mí. Ellos también lo pasaron muy mal, solo me veían en verano. Ellos contribuyen a que me sienta centrado, ahora en Barcelona siguen viviendo conmigo y quiero que estén siempre por la tranquilidad que me transmiten. Con la familia cerca estoy más feliz.
Por cierto, ¿qué le está pareciendo la temporada del Málaga?
He visto casi todos sus partidos. Después de vivir allí dos años y de estar cerca del club, sé cómo trabajan, qué dificultades han tenido y sé que salen a tope, que son gente de allí, de la cantera y que hacen todo lo posible para devolver al Málaga donde se merece, que es en Primera.
"Son gente de allí, de la cantera, hacen todo lo posible para devolver al Málaga donde se merece: a Primera"
Y del Málaga, al Espanyol. Lleva 12 partidos seguidos como titular, ahora mismo es de los insustituibles. Vamos, que ¿cuál es el techo de Keidi Bare?
A mí no me gusta hablar de techo. No me pongo límites. El míster y los compañeros me han ayudado un montón, venía una lesión y me reforzaron. Ahora creo que estoy jugando bien, aunque lo importante es conseguir el objetivo juegue quien juegue.
Tiene usted fama de hacer mucha piña en el vestuario.
He caído en un vestuario de puta madre, con unos chicos impresionantes que te ayudan un montón. Pero no solo cuando estás bien, lo más importante es que cuando estás mal te aconsejan, te dan la mano, te dicen 'vamos, Keidi'. Y eso en el fútbol es clave. Estar unidos y hacer piña es determinante porque un partido no lo gana un jugador. Somos una familia, eso se nota cuando sales al campo y creo que nos ha servido en todos los partidos.
"He caído en un vestuario de puta madre, que te da la mano cuando estás mal y te dicen 'vamos, Keidi"
Por su carácter racial, ¿cree que con público Keidi Bare ya sería todo un ídolo en el Espanyol?
Echo muchísimo de menos. El fútbol sin público no existe, no se vive igual. He visto partidos del Espanyol con espectadores y me han hablado de la afición que tenemos, que están en lo bueno y lo malo. Creo que con aficionados las cosas irían todavía mejor, lo harían más fácil, porque ellos te empujan cuando estás mal. De hecho, nos han venido a recibir antes y después de varios partidos y me he quedado siempre impresionado. El día de las motos –antes del Espanyol-Almería– fue increíble.
¿Qué le diría a quien piensa que, teniendo uno de los salarios más bajos de la plantilla, rindiendo así y con pretendientes, Keidi Bare va a durar poco en el Espanyol?
Lo que diría es que no es el momento de hablar de estos temas, porque estoy muy centrado en el Espanyol y quiero seguir, porque me encanta cómo me trata todo el mundo y eso para mí tiene un valor enorme. Si estás cómodo, das lo mejor de ti en los partidos y en cada entrenamiento. Lo que quiero es seguir, no escuchar lo que pueda decir la gente.
"Quiero seguir, porque me encanta cómo me trata todo el mundo y eso para mí tiene un valor enorme"
Déjeme preguntarle una curiosidad. Es verdad que lleva desde los 15 años en España, pero es que habla usted perfectamente el castellano. ¿Cómo lo aprendió?
A lo bruto. Cuando llegué al Atlético no hablaba nada, para mí era difícil comunicarme, pero poco a poco en el vestuario lo fui aprendiendo. No lo hablo como un español, pero me defiendo (ríe).