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BARCELONA - PSG

Messi intimida en París

El argentino ha marcado ocho goles en los últimos cinco partidos de Liga y el Barça, 26 en los últimos 12 partidos. De hablar de su presunto futuro parisino, a temer que haga daño al PSG.

Actualizado a
Messi celebra con Pedri y Riqui el 4-1.
FCBEuropa Press

Messi no va a ser estos días portada de los medios franceses por un presunto futuro en el Paris Saint Germain. Messi volverá a ser el viejo enemigo europeo de los parisinos, el que remontó lesionado y como el Cid la eliminatoria de la temporada 2012-13, cuando hubo que recurrir a él pese a sus problemas musculares y llegó el empate de Pedro. O el que enloqueció subido en la valla en la remontada del 6-1. Aquella imagen martilleó durante meses a la afición del Paris Saint Germain.

Messi, en fin, llega volando al reinicio de la Champions. Ha marcado 8 goles en las últimas cinco jornadas de Liga. Las molestias físicas que le impidieron jugar a tope la Supercopa de España (no jugó la semifinal y lo hizo tocado en la final, con la consecuencia de la expulsión) han desaparecido. Y desde aquel partido previo a la Navidad en Valladolid, cuando floreció su conexión con Pedri, se ve un Messi que crece al nivel del equipo. Porque el Barça también va hacia arriba. Ha tenido dos accidentes. El de la Supercopa de España contra el Athletic y el de Sevilla en la ida de las semifinales de Copa. Dos accidentes graves, porque uno ya ha costado un título y el otro puede hacerlo si no hay remontada ante los de Lopetegui.

Pero es un equipo que ha empezado a convertir de nuevo ganar en normalidad. El Barça de Koeman lleva siete victorias consecutivas en Liga y nueve triunfos y dos empates en las últimas once jornadas. El Barça ha marcado 26 goles en los últimos doce partidos y, además, de Messi, jugadores como Pedri, Griezmann, De Jong o Dembélé han ofrecido una versión que ha alimentado esperanzas en Barcelona y ha llenado de incertidumbre al PSG.

"Está muy metido, le veo alegre", reconoció Koeman después del partido ante el Alavés. A Messi se le vio como en el recreo del colegio. Jugando con superioridad y suficiencia, reconociendo lo que hacía falta en cada momento del partido y quién le rodea. Desde fuera, la relación entre entrenador y jugador parece consolidada. Y siempre que Messi se ha creído a un entrenador, la cosa ha acabado bien. Es otro Messi, claro que sí. Se enfila hacia los 34 años. Pero también es el mismo Messi de siempre, el que decide partidos cuando quiere y que, si hubiera estado fino en el Sánchez Pizjuán, tendría al Barça en una posición del todo inesperada hace un par de meses.

"Si queremos eliminar al PSG, necesitamos a Messi en el mejor momento", insistió Koeman al final del partido contra el Alavés. Y da la sensación de que, si lo dice, es porque lo está.