Sólo Ocampos obra el deshielo
El argentino salió del banquillo para resolver la eliminatoria en la prórroga. Un Leganés blindado gripó a un Sevilla plano y ausente en el inicio. Un penalti de Diego Carlos, al limbo.
El Sevilla sufrió enfundado en el traje de las batallas farragosas para eliminar al Leganés exiliado al Wanda Metropolitano. Sólo un gol de Ocampos (suplente) ya en la primera parte de la prórroga (97’) liberó a los andaluces del cerrojo pepinero en el que se vieron atascados y los clasificó para octavos sin más mérito que el de tener más dinamita que el contrario. Los de Segunda resistieron con mucho hormigón y poco colmillo, sin asomarse apenas por los dominios de Bono. La única vez que lo hicieron fue para provocar un penalti por manos de Diego Carlos (114') que González Fuertes no pitó. Sin VAR, la acción se fue al limbo.
Vive Madrid imbuido de un ambiente polar que, camuflado de apariencia apacible (¡qué pinta buena tenía el césped!), raptó el duelo en sus comienzos. Tundra de fútbol: frío, viento y poco más. Tan divertido fue el inicio como arrancar a bocados la nieve que llenaba uno de los fondos. El resumen del tedio tuvo números hambruna. Dos remates al descanso, uno por equipo y los dos para rasgar la estratosfera. Sus autores, Arnáiz y Óliver.
Juego de magia (nada por aquí, nada por allá) en el que este Sevilla cuajado de suplentes ejerció disfrazado de abusón de Primera. La pelota fue suya (rozando el 70%) sin saber en qué usarla, más que para amasarla en un latido lento que circulaba entre este blindado Leganés. El habitual traje defensivo con el que Martí juega le aprieta las costuras en Segunda, pero ante un gigante como el Sevilla le sentaba fetén, aunque eso implicara parapetarse en el iglú que era el área de Riesgo. Hasta allí se asomó recurrente el forastero andaluz en una reanudación que parecía de otro partido.
Esa intensidad vigorizante se extendió, aunque fuera sólo en régimen de media pensión. Las ocasiones cayeron en goteo: Idrissi, Jordán, Vidal, Óscar…Calorcillo de remates del que también se contagió un Lega pecaminoso en timidez, no en lujuria ofensiva. Pardo gozó de la más clara (desde el centro del campo) ya con el partido zambullido en la segunda parte de una prórroga insalvable, aunque Lopetegui lo intentó metiendo artillería pesad, pero yerma hasta el tiempo extra. Ahí Ocampos aprovechó un butrón en el costado diestro local y anotó el único gol del partido, ése que evitó los penaltis. Eso, penalti, reclamó el Lega por mano de Diego Carlos en el 114’. Sin VAR, sus gritos fueron lamento vaporoso.