Las lesiones respetan al Leganés, pero no a su defensa
La zaga ha sido la línea más perjudicada de la temporada con hasta ocho ausencias. Pese a ello, no ha habido dolencias graves. Clave el trabajo de Moisés de Hoyo, el preparador físico.
Las lesiones han respetado esta temporada a un Leganés que, para su fortuna, no ha tenido problemas serios entre sus futbolistas. Sucede, sin embargo, que la mayoría de las pocas malas noticias que ha habido se han centrado en la defensa, la línea más castigada y la que Martí más ha tenido que reestructurar a causa de estas ausencias. La zaga acumula hasta ocho lesiones relevantes en este curso frente a las seis del mediocampo, las tres de la delantera. La portería, con una sola ausencia, es la zona menos castigada por las lesiones.
Esas ocho lesiones de la defensa pivotan en torno a cinco nombres propios. Tres de ellos han sufrido al menos dos lesiones en lo que llevamos de temporada. Son Bustinza, Rosales y Silva. El primero ya estuvo apartado a principios de temporada por un problema físico y ahora sigue tocado por una lesión muscular que lo dejó KO ante el Tenerife. Con todo y con eso, se espera que pueda estar en breve a disposición de Martí.
Algo parecido le ha ocurrido a Rosales, que a principios de curso también estuvo tocado y que recayó poco después. Aunque con Venezuela también tuvo algún percance en el último parón, aquello quedó sólo en un susto. Silva también estuvo aquejado de problemas en la rodilla al poco de iniciar la temporada y hace cosa de un mes sufrió molestias que lo apartaron de un par de convocatorias.
Omeruo (rotura fibrilar) y Tarín (problemas de espalda) completan la nómina de ausencias en una defensa que a causa de todas estas bajas, se ha visto especialmente agitada en todos sus posiciones menos en una: desde que debutó como titular, Javi Hernández se ha consolidado como dueño absoluto del lateral izquierdo sin, por ahora, señales de fatiga.
El misterio de Michael Santos
En el centro del campo el hombre más castigado por las lesiones ha sido Gaku Shibasaki, que ante el Lugo en la segunda jornada sufrió unas molestias que después se repitieron tras la última convocatoria con Japón. Avilés, con dos bajas (una por un golpe en el tobillo, otra por un problema de hombro) por problemas físicos le sigue en cuanto a número de dolencias, pero no en cuanto a tiempo de baja, mucho mayor en el caso del canterano.
También fue prolongada la baja por lesión de Rober Ibáñez y mucho más cortas las de Perea, Arnáiz y Miguel, jugadores afectados por dolencias breves. Santos y una lesión de la que apenas se tienen datos (sólo se sabe que no juega desde el 1 de noviembre) completan los tocados en ataque.
Mención aparte merecen Juan Muñoz (fue baja por COVID, el único caso que ha sufrido el Leganés) y Pichu Cuéllar. El portero se ausentó en el arranque de temporada durante tres partidos, pero a su regreso, ha continuado firme en su posición esquivando, así los problemas que sí le afectaron la pasada campaña, más irregular de lo que le gustaría.
El secreto de Moisés de Hoyo
En todo caso, y pese a que pueda parecer una nómina larga, el Leganés ha podido esquivar las lesiones con más presteza que en años anteriores en un mérito que en Butarque colocan sobre los hombros de Moisés de Hoyo, el preparador físico de los pepineros y hombre clave en el cuerpo técnico de Martí.
“Moi es el número uno. Siempre bromeo con él: tiene más Europa Leagues que yo. Yo gané dos como jugador y él ganó tres con Emery. Es una persona que lo tiene todo controlado. Todo. Tiene una capacidad de trabajo tremenda. No deja nada a lo que pueda suceder. Lo tiene todo bajo control. Una supervisión constante. En cuanto hay una mínima sensación de que un jugador tiene una duda, nos la transmite. Eso cala en los jugadores. Es una figura tremendamente importante”, llegó a valorar Martí el trabajo de De Hoyo en una rueda de prensa.