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TERRASSA-VALENCIA

El Valencia rozó el rídiculo

El Terrassa tuvo al vigente campeón contra las cuerdas; los egerenses ganaban por 2-0 en el minuto 83 ante un Valencia que jugaba con uno menos; Soler, Yunus y Guedes remontaron.

Carlos Soler, marcó el 2-1.
Gorka LeizaDiario AS

EI Terrassa tenía su epopeya escrita, el Valencia de Gracia su epitafio. Pero quiso el fútbol ser cruel con unos y benévolo, mucho, demasiado, con los otros. El Terrassa había hecho 83 minutos inmaculados, impropios de un equipo de Tercera División; el Valencia, vergonzosos, funestos para su historia. El rídiculo era de época. Los egarenses ganaban por 2-0 gracias a los goles de Jaume y Álex Fernández, con el portero Cristian Rivero siendo de lo mejor entre los blanquinegros. Además el Valencia jugaba con uno menos por la expulsión de Molina. Pero Manu Vallejo, la honradez personificaba y de los pocos titulares en Terrassa que quisieron hacer algo que no fuera dar pena, forzó un penalti y la historia del partido cambió, y quizás también la del propio Gracia.

Carlos Soler transformó la pena máxima, su sexta de la temporada, y Yunus Musah, sobre la bocina, envió la eliminatoria a la prórroga. Para mayor desgracia del Terrassa, Lucas Viña se pasó de frenada en el 91’ y fue expulsado. Así que el Valencia se encontró con 30 minutos de añadido para maquillar el desaguisado y Guedes, con dos goles, noqueó a un Terrassa que cayó con la cabeza más alta que las luces del Olímpic, un estadio que con público habría sido una fiesta y quizás ese último aliento que les faltó a los de Xevi Molist.

El partido del Valencia merece un análisis profundo, porque no fue simplemente un mal día. Lo suyo fue una constatación de lo mal confeccionada que está su plantilla, huérfana de fondo de armario y que echa mano de la cantera por necesidad y no por estrategia. Eso no es culpa de Gracia. Pero tampoco el navarro le saca jugo a lo poco que tiene y ni reaccionó con los cambios en tiempo y forma por más que su equipo acaba remontando.

Otro capítulo fue la actitud. Hasta que aparecieron en escena los Carlos Soler, Racic, Guedes y Yunus, la imagen fue dantesca, como si de verdad hubieran recibido una llamada de Peter Lim diciéndoles que tirasen la Copa como denunció Marcelino que se lo pidió el año que se proclamaron campeones. Solo Rivero, Vallejo, Jesús Vázquez y en menor medida, aunque más que otros, Sobrino quisieron estar a la altura de los Jaume, Josu, Pelegrín o Villaverde, que literalmente dieron un repaso al Valencia hasta ese minuto 83 en el que cambió el rumbo de la eliminatoria.