GRUPO G | FERENCVAROS 1- JUVENTUS 4
Morata es una máquina: otro doblete
El excolchonero desatascó el Ferencvaros-Juve con dos tantos, sumando seis en sus primeros siete partidos. Dybala y un gol en propia puerta de Dvali completaron la goleada.
Desde que Álvaro Morata ha vuelto a la Juventus se ha convertido en una máquina imparable. El español volvió a ser decisivo para la Vecchia Signora, marcando un doblete que desatascó el enfrentamiento con el Ferencvaros, sumando así seis goles en sus primeros siete partidos del curso (y, a esos, hay que añadirle los seis que el VAR le quitó por cuestión de centímetros).
El excolchonero, que hoy celebraba 100 presencias con los de Turín, puso el enfrentamiento cuesta abajo después de apenas siete minutos, empujando entre palos un centro raso de Cuadrado tras un pase en profundidad de Bonucci. Los italianos pudieron sentenciar ya antes del 45', pero el mismo Morata, solo ante el meta rival, fue generoso y buscó a Cristiano, al que el zaguero Bolic anticipó a pocos metros de la portería.
El campeón de Italia perdió en el descanso para Arthur, que había empezado bien, por problemas estomacales, y después también a Ramsey, por molestias en el muslo. Ronaldo, que hoy con un doblete habría alcanzado los 746 tantos de Ferenc Puskas justo en el estadio que lleva su nombre, desperdició una enorme oportunidad con un remate cruzado que acabó fuera, mientras Morata esperaba en vano el pase, totalmente solo en el corazón del área.
Al delantero, sin embargo, poco después sí le llegó un centro raso del portugués (que McKennie le dejó con una finta) y lo convirtió en el 0-2 con un gran disparo al primer toque. Ese tanto, prácticamente, terminó el partido con media hora de antelación. El Ferencvaros se derribó por los errores de su portero, que hizo un ‘doble Karius’ ante Dybala. El argentino había sustituido a Morata en el 67’, y aprovechó el regalo firmando su primera diana de la temporada, aunque un gol en propia puerta de Dvali le negó el doblete. La última emoción del partido llegó en el 90’, cuando una Juve ya muy relajada le concedió a sus rivales el gol del honor, realizado por Boli. Fue el único lunar de una noche muy tranquila para los de Pirlo.