El Espanyol de Vicente Moreno juega con red y sin acrobacias
El pragmatismo de un equipo repleto de talento origina, pese al liderato en solitario, un interesante debate sobre el estilo: estajanovismo o creatividad.
Líder en solitario, con 17 puntos sobre 24 posibles y tantos goles recibidos como derrotas: uno. Números en mano, el arranque del Espanyol y su capacidad de adaptación a la Segunda División son encomiables. Sin embargo, algo denota que la exigencia debe ser máxima siempre en una categoría que por historia no le pertoca, al menos hasta que alcance el único objetivo posible: el ascenso. En el entorno perico se retroalimenta un debate sobre el juego desplegado por el equipo. ¿Debería ser más vistoso? ¿Daría más puntos si se explotase el brillo de sus estrellas? Vicente Moreno tiene las respuestas.
Clasificación | PTS | PG | PE | PP |
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"Sería muy aburrido venir a trabajar cada día si lo hiciéramos todo bien", ironizaba el técnico en su comparecencia del pasado viernes, preguntado sobre el asunto, no sin añadir que se encuentra el Espanyol en permanente mejora y que persigue "la excelencia". Moreno no se ha desviado ni un milímetro de su plan, que a la vez es el plan de quienes le ficharon sabiendo cuál sería su propuesta, y que se asienta profundamente sobre el pragmatismo. La portería a cero en siete de los ocho partidos es su máxima evidencia. Frases como "no pudieron ser los tres puntos, pero ganamos uno", que pronunció este domingo, tras el 0-0 en Tenerife, la máxima expresión de su filosofía: todo lo que no resta, suma.
El Espanyol de Vicente Moreno juega con red. Su entramado defensivo no se limita a Diego López –aunque sus intervenciones han dado más de un punto– o a la línea de cuatro zagueros, sino que se extiende a la solidaridad de todo el equipo. El punto de partida del estilo perico se ha convertido en su máxima. Porque, a sabiendas de su fortaleza, el técnico no solo no se obsesiona con el balón sino que lo entrega si es menester al rival para desgastarlo, para sorprenderlo en transiciones. Para aprovechar el enorme talento con el que cuenta de mediocampo hacia arriba para, en un chispazo, derribarlo.
Así es como ha llegado con un marcador de 0-0 en seis de sus ocho jornadas de LaLiga. Y como ha ganado en cinco ocasiones. Asumiendo el mínimo de riesgos. Anteponiendo el colectivo sobre el brillo de sus futbolistas, en la plantilla más cara de Segunda. Y ahí es donde aparece (o debe aparecer) el papel de las individualidades, de su capacidad para tomar decisiones que decanten partidos.
El día en que la fórmula no se culmina, como sucedió en Tenerife y antes contra el Mallorca o el Rayo –que encima hizo beber a los pericos de su propia medicina, con un golazo al final–, aparece la corriente que considera que se está desaprovechando la calidad de algunos de los futbolistas.
Estajanovismo o creatividad es, en definitiva, el dilema que rodea estos primeros pasos de la andadura del Espanyol en Segunda. Pero ambos conceptos pueden ser perfectamente compatibles. Y perfectamente puede el equipo seguir evolucionando, en una competición tan larga como que quedan 34 jornadas aún por disputarse.
Del mismo modo que, más allá de las posturas sobre qué le conviene a la escuadra perica, está la experiencia de quien realmente conoce la categoría. Y en concordancia con ello se encuentra la clasificación. El Espanyol necesita subir. Y, por ahora, lo único objetivo es que a nivel de puntos va por el buen camino.