Historia del primer ascenso: el ‘olfato’ atinado de Idígoras
El Espanyol ascendió al año siguiente tras su primer descenso después de ganarle la promoción al Mallorca en el partido de desempate jugado en el Bernabéu.
El drama del primer descenso fue un golpe en la espinilla para el Espanyol. Un dolor repentino y profundo, con un tanto de José María Rodilla, delantero espigado del Valladolid, que años después formaría parte de la delantera de los Cinco Delfines. El Espanyol había perdido su condición de club intocable en Primera. El caos institucional y económico se demostró en la venta del delantero Antonio Camps, icono del equipo, que se marchó al Barcelona con la carga sentimental que eso conlleva.
El Espanyol busca practicidad en el banquillo con la contratación de Heriberto Herrera, ex internacional con Paraguay y España que empezaba su carrera de técnico. Apodado Sargento de Hierro, su simplicidad en el juego y dureza en los entrenamientos le llevó a entrenar a clubes como el Inter de Milán o la Juventus, con el que consiguió la Liga y la Copa italiana. Ese curso, logró formar un equipo compacto. El Espanyol solamente recibió 24 goles, el equipo menos batido con diferencia.
Tras un inicio más titubeante (cinco victorias en los primeros 11 partidos), después una racha de ocho victorias en otros 11 encuentros les aupó a la primera posición. Pero los pericos no pudieron aguantar el ritmo, y un decisivo encuentro ante el Pontevedra en Sarrià, que acabó 1-2, les dejó sin opciones de campeonar. Se tuvieron que conformar con la promoción. Se medirían al Mallorca.
La eliminatoria fue igualada, con 2-1 Sarrià y 2-1 para los bermellones en el Luis Sitjar. Se tuvo que jugar un encuentro de desempate el 23 de mayo de 1963 en el Santiago Bernabéu ante 40.000 personas. Un partido tosco, aburrido, marcado por el miedo pero que decidió Manuel Idígoras, un delantero de padres donostiarras nacido en Sevilla que apenas había participado esa temporada.
Un saque de esquina sacado por Boy lo remató, con un imponente salto, Idígoras, quien marcó el tanto definitivo que devolvió al Espanyol a Primera. Después, el protagonista, y como recoge el historiador Oriol Pagès, confesó que su remate fue con la nariz. El delantero jugó varias campañas más en el Espanyol, para disputar 74 partidos en Primera y anotar 11 goles. Incluso llegó a formar delantera con Rodilla, el autor del descenso y el del ascenso en el mismo bando.
El equipo perico llegó eufórico al aeropuerto de El Prat de madrugada y fue recibido por 3.000 personas, que llevaron a hombros al entrenador y al delantero autor de un tanto histórico. La fiesta se prolongó por las instituciones al día siguiente. Todo ello gracias a una nariz.