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El Pucela minimizó en Butarque a un nuevo rival

El Real Valladolid vertebró otro triunfo sobre el oscurecimiento de las habilidades del enemigo con balón y el aprovechamiento de sus pocas ocasiones.

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El Pucela minimizó en Butarque a un nuevo rival
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El Real Valladolid volvió a competir en Butarque después de tres meses y volvió a sacar a relucir una de sus cualidades principales, destacada a menudo por analistas: la capacidad para ensombrecer lo que hace el rival con balón. Lo consiguió con el Leganés, como lo había logrado previamente con otros equipos más duchos y de mayor relumbrón como la Real Sociedad o el Sevilla. Minimizó los riesgos al extremo y explotó con gran efectividad sus apariciones en el último tercio y ni siquiera el desliz final puso en verdadero riesgo el triunfo.

Cuando Enes Ünal corrió a la presión y propició el error de Awaziem y Cuéllar, Sergio debió sonreír pensando que todo lo planeado podía producirse remando con el aire a favor, como así sucedió. Si originalmente el plan era aguantar las acometidas del Leganés en el tramo final, el gol provocó la premura y el escaso tino en sus acciones aun cuando quedaban por delante 88 minutos. Sin embargo, esos primeros 15 arrojaron unos datos que, de no ser por el marcador, hablarían del total dominio de un equipo sobre el otro: 76% de posesión frente al 24, 102 pases buenos frente a 17, un acierto en la entrega del 83% frente al 44…

El Real Valladolid apenas apareció en el último tercio del campo en la primera parte, pero le era suficiente porque ganaba en los duelos (aunque la balanza se fue declinando hacia el lado local), sumaba más robos y despejes y gracias a sus líneas muy juntas, al bloque bajo y a las ayudas multiplicadas, la tenencia de balón pepinera fue inofensiva. Lo fue incluso a balón parado gracias a que los blanquivioletas tenían aprendida la lección: no concedieron en todo el partido una sola falta frontal cercana al área; las que cometieron, fueron en zonas alejadas. Si el balón parado y los centros laterales son fortalezas del Leganés, el Pucela no iba a convertir estas acciones en sus debilidades (como en ocasiones anteriores).

En este intento de no alimentar las virtudes del rival, Sergio González sorprendió extremando las cautelas en el lado izquierdo utilizando a Raúl Carnero como interior. Y funcionó, porque aquello que pretendía salió bien en el apartado defensivo; entre él y Nacho sesgaron las alas de Rosales y Bustinza, el elegido en el lugar de Ruibal, quien consideraba el cuerpo técnico que podía ser titular. El plan salió de tal manera que los madrileños apenas sirvieron un par de centros buenos en todo el partido, hecho que se suma a que apenas dieron pases en zonas realmente incidentes en el juego. Neutralizadas todas estas situaciones, el postrero penalti fue lo único que el Leganés pudo llevarse a la boca.

Efectivos en ataque

Se lamentaba posteriormente Javier Aguirre en rueda de prensa de que los dos goles del Real Valladolid hubieran llegado en errores propios, y es que el fútbol también es eso, provocar el desatino del rival. En los minutos iniciales de ambas partes, en los que quizás el nuevo contexto del fútbol más puede pesar por la frialdad del entorno, los blanquivioletas expusieron una frecuencia elevada que permitió primero el gol de Ünal y más tarde el de Alcaraz, después de una imprecisión en salida de balón bien aprovechada con la conducción potente y decisiva de Óscar Plano.

El madrileño, como Carnero o como más tarde Pablo Hervías, se encontraba a menudo lejos de la zona de influencia ofensiva cuando el equipo se desplegaba, si bien en el 0-2 él apareció bien y se vio al otro interior, el propio Carnero, intentar rematar dentro del área, antes de que lo hiciera Alcaraz llegando también en una segunda oleada. Así, este despliegue fue escaso, pero suficiente, y más que pudo serlo de haber puesto Guardiola la puntilla en el disparo por bajo que se le marchó fuera por poco. No obstante, pese a la eficiencia, el poco volumen de acciones ofensivas es una de las cosas que quedan en el debe en el redebut, junto al escaso 52% de acierto en el pase.

Hay más en el haber, ya que los tres puntos conseguidos en Butarque dejan al Leganés a la misma distancia que el Espanyol, nueve más el golaveraje con diez partidos por disputar, mientras que la diferencia con el descenso se amplía a siete tras la derrota del Mallorca ante el Barcelona. Esto concede un mayor margen de maniobra, aunque no un pase VIP a la desatención, como reseñó Sergio en rueda de prensa. "Hay que ofrecer otra buena versión. De nada serviría ganar estos tres puntos y dejarse ir contra el Celta", advirtió. Si el Pucela 'chupavidas' ha vuelto, ¿por qué no va a quedarse por lo menos hasta el miércoles?