El camino hacia el ascenso comienza en el aniversario de otro
El Real Valladolid Promesas subió a Segunda B el 25 de mayo de 2014. Después de seis años, luchará por hacer historia en julio alcanzando la Segunda.
Minuto 87. Quien escribe ha adelantado ya la crónica de un ascenso a Segunda División B. Así es la era digital; obliga a avanzar cosas aun cuando esto puede suponer un gafe. El 2-1 marcado por Anuar permite pensar en ello a pesar de que el Somozas aprieta buscando el tercero y forzar la prórroga. De repente, un rechazo de uno de los balones frontales enviados por los gallegos acaba repelido por una mano dentro del área, y a las familias desplazadas solo les sale decir "no, no, no, por favor", no solo porque ese era el apellido de quien lo había cometido, sino porque de marcar el penalti el Somozas la cosa se puede complicar en la prórroga.
Luis Ángel va, y dispara. Y Julio lo para; se lo quita de encima como si fuera una granada. Y, como si aquello fuera lo que vivió Iniesta, se hace el silencio, incluso pese al estruendo. El corazón se desboca, no queda apenas tiempo, aunque el ánimo local de jugadores e hinchada convierten lo poco que queda en un sufrimiento interminable. Visto de reojo, eso sí, porque toca recomponer lo escrito; hablar de heroica, de que cinco años después el Promesas volverá a Segunda B gracias a un gol 'de chufla' del indomable Anuar y a los reflejos felinos de Julio Iricibar, pero también al sacrificio de un grupo que pasó por apuros económicos y supo reponerse a todo para alcanzar su sueño.
El silbatazo final del asturiano Barbeira Juste permite a Carlos Suárez relajar el semblante (cuántas tardes de sufrimiento...). Los chicos enloquecen en el campo y en los vestuarios. Algunos bromean con los malos tiempos y con que han conseguido sacarle al presidente una fiesta en un bar del centro. Otros reconocen los nervios en el descanso, cuando más canallas parecían y guiñaban un ojo y sonreían a los que insultaban desde la grada. Ese ascenso del que se cumplen seis años hoy, 25 de mayo, acabó... como acabó.
Empezó siendo imaginado en Narón la noche anterior, aquella en la que un testarazo de Ramos dejó sin Champions al Atlético de Madrid, y terminó a altas horas con un tímido Toni Villa recordando que él todavía era menor de edad. Con Julio contándole a un taxista que acababan de ascender. Quizás con el techo del coche de alguno un tanto abollado por culpa de los saltos. Para qué mentir: con algún vecino mosqueado porque no eran horas. Pero con muchas sonrisas y risas. A las que vuelve a aspirar el Promesas, ya con unos protagonistas distintos, y con un horizonte cercano a la élite: la Segunda División.
El filial blanquivioleta ha vuelto este lunes a los entrenamientos para comenzar a preparar un camino largo, que lleva al playoff de ascenso que se disputará en la segunda quincena de julio. Lo ha hecho con varios futbolistas juveniles de la próxima generación de talentos que ya brillan en Los Anexos y a las órdenes de Javier Baraja, que se ha terminado de destapar esta temporada (primera en el Promesas) como un técnico de futuro y presente, algo que ha entendido el club renovando su contrato hasta 2022. Pase lo que pase en estos dos meses, y allí en el horizonte, a buen seguro aquellos que vivieron el último hito estarán orgullosos de los que lucharán por uno nuevo. Con la gran temporada que han hecho no es para menos.