El Lugo no asienta sus centrales

La volatilidad de las plantillas es un mal que afecta de forma casi unánime a todos los equipos modestos de la Segunda División. En la categoría de plata, apostar por un jugador y que este haga una buena temporada es sinónimo de que en la próxima campaña dicho jugador buscará nuevos aires, la legítima ambición manda. Si a esto unimos que, en la mayoría de los casos, la forma menos onerosa de completar plantillas es por medio de cesiones, el resultado son plantillas que cambian masivamente temporada tras temporada, algo que el CD Lugo sufre especialmente y que sobre todo se ceba en su parcela defensiva.

Y es que el Lugo, desde el ascenso del 2012, no ha logrado asentar una pareja de centrales estable en el eje de la zaga. En un puesto donde es esencial la compenetración, los albivermellos han sufrido constantes “fugas de talento”, dificiles de paliar para un equipo de bajo presupuesto. Como muestra, un botón: el defensa central que más tiempo ha mantenido la titularidad ha sido Lolo Pavón, que mantuvo la titularidad durante tres temporadas, desde la 2012-13 hasta la 2014-15, acumjlando un total de 99 partidos. Junto a él, Victor Marco compeltó la pareja de centrales más reconocible del Lugo en este periodo desde el ascenso de categoría.

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A partir de entonces, baile de zagueros. En la temporada 2015-16 fueron Dealbert y Carlos Hernández quienes comandaron la defensa, Hernández se mantuvo en la titularidad en la 2016-17, con Ignasi Miquel y ya compartiendo números con Marcelo Djaló. Miquel, uno de los mejores zagueros si no el mejor que vistió la albivermella, se iría mediada la temporada siguiente convirtiendo a Bernardo Cruz en el abanderado de la defensa. La pasada temporada Miguel Vieira sería el jefe, y su marcha al fútbol turco dejaría el puesto para Mathieu Peybernes, cedido del Almería, en esta. Un constante baile de centrales que la próxima temporada tendrá un nuevo capítulo.