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BARCELONA

Las lágrimas de Iniesta en Roma cumplen dos años

Segundo aniversario del terremoto en el Olímpico, que tuvo una réplica peor aún un año después en Anfield. Fue el último partido en Champions de Iniesta y pudo precipitar el adiós de Valverde.

Iniesta, tras caer eliminados de la Champions en el Olímpico ante la Roma.
ALBERTO LINGRIAREUTERS

Será difícil olvidar con el paso de los años, este viernes se cumplen dos, la imagen de incredulidad de los aficionados de la Roma cuando el francés Clement Turpin señaló el final del partido de vuelta de cuartos de final de Champions contra el Barça, con el Olímpico bañado en lágrimas de alegría e incredulidad de los tifosi, que habían ido al partido casi por compromiso, mientras cantaban a pleno pulmón el "Grazie Roma" de Antonello Vendetti y el "Forza Roma, Forza Luppi" de Lando Fiorini. Los goles de Dzeko, Di Francesco y el cabezazo de Manolas desangraron a un equipo que, definitivamente, había perdido su grandeza en Europa.

Pero para lágrimas, las de Andrés Iniesta. Sustituido instantes antes de que se consumase la tragedia 'griega' del central Manolas, la imagen del manchego mirando al vacío con los ojos bañados de lágrimas, proyectados en los videomarcadores del Estadio Olímpico, a punto de desbordarse simbolizaron el final de una época. Al menos, su época. Iniesta ya había confesado a sus más íntimos que, de caer eliminados, ese sería su último partido en la Champions. Lo que ni el más pesimista de los culés podía pensar es que eso ocurriría. Esa sensibilidad tan personal, esa intuición tan única que acompañó a Iniesta en momentos cumbre como el de Stamford Bridge, resultó por ser fatal aquella noche de 10 de abril de 2018.

La noche fue un desastre para un Barça patético. Sin piernas, personalidad ni amor propio. Sin rastro de aquel equipo campeón tantas veces. Un equipo acostumbrado ya al ridículo cotidiano. En París, en Turín. Pero lo de Roma fue peor por inesperado y porque la entidad del rival no hacía presagiar un batacazo de tales dimensiones. El día antes, sin embargo, Di Francesco se encargó de recordar que claro que tenían "muchas cosas que perder; llegar a una semifinal es algo único". Luego, Nainggolan pidió el apoyo de los romanistas: "Esta ciudad merece algo importante". Valverde, mientras, pidió que pasasen "pocas cosas en el partido". "Nos interesa", confesó. Él tenía más información que nadie y era consciente de que su equipo llegaba con el depósito justo de gasolina. A pocos les hizo más daño la derrota que a Valverde. Bartomeu quería romperlo todo después del partido y filtró sus ganas de cargarse al Txingurri aunque se ganase la Copa y aunque ya tenía LaLiga en el bolsillo. Pero así son las cosas en el Barça.

El Barça todavía no se repuso nunca de aquel porrazo de Roma. Pareció superarlo con la victoria en Londres ante el Tottenham y en Old Trafford ante el United, pero a los jugadores Roma se les volvió a aparecer en Anfield. Todos aquellos fantasmas nunca se marcharon. El que sí se marchó fue Iniesta con aquellas lágrimas televisadas para todo el mundo que todavía duelen a la afición del Barça. Como duele no verlo ya flotando por el centro del campo con la camiseta azulgrana. Porque, como dijo Riquelme, "Messi es el mejor, pero Iniesta es el que mejor entiende el juego".