REAL ZARAGOZA / HISTORIAS DE SEGUNDA (XII)
1945-46: el Zaragoza encendió todas las alarmas
Dos presidentes y dos entrenadores en una temporada decepcionante en grado sumo: el equipo se salvó por ‘goal-average’ de disputar la promoción de permanencia.
Cada año que corría el calendario, el Zaragoza Club de Fútbol era menos candidato al ascenso. Y eso que el teniente coronel Mariano Lasala, tras su sorpresivo regreso a la presidencia, había anunciado un esfuerzo supremo para devolver al equipo a Primera División. Su primera medida para la temporada 1945-46, la tercera consecutiva en Segunda, fue el nombramiento como entrenador del ‘alifante’ Tomás Arnanz, un hombre de la casa para afrontar un reto cada vez más difícil, porque la deuda del club no había dejado de crecer y la junta directiva ya tenía avalados muchos miles de pesetas. Tomás firmó por 5.000 pesetas —diez veces menos de lo que habían cobrado entrenadores anteriores como Quincoces o Caicedo—, un sueldo mensual de cien duros y una prima de 20.000 pesetas si lograba el premio gordo del regreso a la élite del fútbol español.
El Zaragoza dio nueve bajas, entre ellas las de los veteranos Benito Pérez y Tatono, y acudió después al mercado sin apenas dinero. Incorporó a media docena de medianías y a algunas jóvenes promesas del censo futbolístico aragonés, como Fustero (Arenas), Cosculluela (Huesca) o Navarrete (Atlético Zaragoza). La economía no daba para más, aunque Lasala hizo una merecida excepción con el medio ala Víctor. En recompensa a su gran rendimiento durante cinco temporadas y ante una oferta importante del Valencia, le mejoró el contrato y éste, que siempre había firmado su licencia federativa sin rechistar, pasó a cobrar 20.000 pesetas, además del regalo de una bicicleta. Sólo el delantero centro Mariano percibía una ficha más alta en una plantilla justa de calidad y de efectivos.
El formato de la Segunda División para la temporada 1945-46 tampoco sufrió cambios: un único grupo de 14 equipos. Los dos primeros ascendían de forma automática y el tercero y el cuarto disputaban una promoción contra el decimoprimero y el decimosegundo de Primera División. Los dos últimos descendían de forma automática a Tercera, y el undécimo y el decimosegundo disputaban una promoción de permanencia.
El Zaragoza inició el campeonato con una goleada en Heliópolis frente al Betis (4-0) que anticipó una campaña decepcionante en grado sumo, de nuevo con dimisión en la presidencia, pero esta vez también con relevo en el banquillo. El 16 de noviembre de 1945, con el equipo antepenúltimo, Lasala hizo un primer amago ante sus directivos de marcharse a su casa, argumentando sus muchas obligaciones militares y empresariales —era consejero de Maquinista y Fundiciones del Ebro y consejero delegado de la empresa de montacargas y ascensores Giesa—, y una semana después convocó a la prensa deportiva de la ciudad para exponerles con crudeza el panorama de situación del club: “Se hizo frente a la temporada con un equipo modesto, porque otra cosa no permitía la situación económica. Estamos dispuestos a hacer frente a todas las contrariedades para que el Zaragoza se mantenga en su puesto, pero el momento es tan grave que todos deben meditar y obrar en consecuencia”. Lasala aludía directamente al hecho de que varias decenas de zaragozanos con una buena posición económica ni ayudaban ni colaboraban con el Zaragoza, a diferencia de lo que sucedía en otras ciudades, donde aportaban dinero hasta las instituciones públicas.
Como en tantas otras ocasiones, los directivos volvieron a rascarse el bolsillo y a firmar créditos y el 28 de noviembre llegaron a Torrero como cedidos del Real Madrid el medio centro Cortés y el defensa derecha Azcárate, con un costo total de 45.000 pesetas, y se logró, además, la reaparición del ‘alifante’ Juanito Ruiz, dos años y medio después de colgar las botas. “Si no tuviera la seguridad de rendir por lo menos lo que rendía antes y, desde luego, lo que rinden los actuales jugadores, no me hubiera atrevido nunca ha ofrecerme desinteresadamente. He visto que mi retirada fue una precipitada irreflexión, una terrible conmoción de mal entendido amor propio. Y estoy en condiciones de repetir mis actuaciones anteriores, por lo que vuelvo con todo el cariño y con todo el entusiasmo, con la misma ilusión de mis primer años en el fútbol y en el Zaragoza”, señaló el veterano extremo derecha nada más firmar su contrato por mil pesetas al mes.
El Zaragoza esperaba remontar el vuelo de inmediato con estos tres refuerzos, pero una derrota en Torrero con el Deportivo, rival directo por eludir el descenso, abrió una crisis descomunal que se llevó por delante al entrenador. Tras una pañolada de época, Tomás presentó su dimisión de forma irrevocable y Lasala nombró a Ruiz entrenador-jugador antes de salir al paso de las críticas: “Nos ocurre con los jugadores exactamente igual que cuando vamos a comprar una corbata con poco dinero. Nos ofrecen muy bonitas, pero a 25 pesetas. Examinamos nuestras posibilidades económicas y terminamos diciendo: ‘pues enséñeme las de cinco pesetas’. Y nos llevamos la que mejor nos parece. Naturalmente, el género es malo”.
Juanito Ruiz debutó con éxito en su nuevo cometido con un triunfo contundente frente al Ferrol (4-0), pero una derrota en Santander y un nuevo traspiés en Torrero frente al Gimnástico de Tarragona dejaron de nuevo al equipo penúltimo al acabar la primera vuelta del campeonato, y Mariano Lasala y toda su junta directiva presentaron su dimisión irrevocable el 31 de diciembre de 1945. El Zaragoza siguió funcionando sin cabeza visible bajo la tutela de Antonio Sánchez Candial, presidente de la Federación Aragonesa de Fútbol, y de una especie de junta directiva de la que formaban parte todos los entonces poseedores de la Medalla al Mérito Futbolístico: José María Gayarre (1935), Luis Gayarre (1940), Julio Ostalé (1941), Emilio Ara (1942), Liberato Labarta (1943) y Vicente Pamplona (1944).
El 3 de enero de 1946, Antonio Sánchez se reunió con Juanito Ruiz y con los jugadores para hacerles ver que si el equipo no lograba mantenerse en Segunda División, el club se disolvería.
La advertencia surtió efecto y el Zaragoza comenzó a remontar posiciones, hasta lograr un valioso empate en el campo del Sabadell, líder destacado de Segunda. Así que el panorama se despejó lo suficiente como para encontrar a un valiente que asumiera la presidencia. El 16 de febrero de 1946 otro militar, el coronel de ingenieros Carlos Salvador Ascaso, de 57 años, se hizo cargo de la presidencia y de una deuda nada menos que de 745.241 pesetas. A Salvador, que estaba al mando del regimiento de Pontoneros de Zaragoza y que era presidente del Centro Natación Helios y de la Federación Aragonesa de Natación, nunca le gustó el fútbol, ni entendía lo más mínimo, pero las circunstancias del Zaragoza necesitaban el aglutinante de un hombre de prestigio, libre de antecedentes y de prejuicios, y más que por el Zaragoza, se sacrificó por sus amigos. Caballeroso y afable, pero muy supersticioso a la vez, odiaba el 11 y el 21 y no solía salir de casa en esos días del mes. Gran aficionados al teatro y asiduo de la peña del Salduba, no ascendió a general, aunque hizo el curso en Madrid, por ser un monárquico recalcitrante, pasando a la reserva el 31 de julio de 1950.
De ahí al final, el Zaragoza fue alternando victorias en casa con derrotas fuera y llegó a dos jornadas del final clasificado en la undécima posición, necesitando sumar dos puntos para eludir la promoción de descenso. Los logró frente al Santander en Torrero, aunque con el elevado precio de perder esa tarde a un pilar fundamental como Víctor —tío abuelo de Jesús García Sanjuán—, que, con la rotura del menisco interno de su rodilla derecha, tuvo que pasar por el quirófano y estuvo ocho meses de baja.
Mariano fue el máximo realizador de la categoría, con 20 goles, pero lo suyo fue todo el curso casi un batallar casi en solitario. El Zaragoza acabó décimo, salvándose de la promoción de descenso por mejor ‘goal-average’ particular que el Betis.
Ascendieron a Primera División el Sabadell y el Deportivo de La Coruña. Y descendieron el Salamanca y el Ceuta de forma directa y el Xerez, en promoción.