Recital de milagros de Oblak en la casa del Yashin
Klopp le quiso antes que a Alisson. En diciembre le negaron el Balón de Oro en favor del brasileño. Protagonizó una de sus noches más mágicas. Insufló aire a un Atlético comatoso.
Hasta las que ya no valían. Oblak protagonizó anoche una de los recitales más memorables de la historia del Atlético. El portero esloveno insufló aire a un Atlético que se tambaleaba en Anfield y que pudo recibir el tiro de gracia antes de la prórroga. En total, el guardameta realizó 9 intervenciones de mérito, igualando su mejor marca en el Atlético. Calcando aquella famosa noche en Múnich de 2016, aunque aquella vez el Atlético no llegó a estar eliminado.
Tal vez anoche Klopp hubiera querido volver atrás en el tiempo, aunque de poco le hubiera valido. Ayer Oblak se exhibió en la portería en la que pudo ser local. El esloveno fue el sueño de Klopp, el refuerzo que le faltaba para completar un equipo campeón. Lo fue antes que Alisson, pero no pudo ser. Oblak no salió del Atlético y el Liverpool se tuvo que “conformar” con Alisson por el que pagó 70 millones.
“Es mucho dinero, sí, pero pudieron ser más, la cláusula de Oblak son 100…”, llegó a afirmar el propio Klopp en julio de 2018 dejando caer que su primer objetivo era otro. Ni al Liverpool ni a Oblak les ha ido mal desde entonces, pero ayer el esloveno dio un puñetazo en la mesa en la guarida del premio Yashin. Alisson, campeón de Europa con el Liverpool, recibió el primer balón de oro para un portero. Oblak ni siquiera apareció entre los cuatro primeros. Ter Stegen y Ederson completaron el podio. La falta de protagonismo del Atlético en forma de títulos —para el Balón de Oro parece no contar nada que no sea la Champions o levantar alguna liga— y la ausencia de Eslovenia de torneos de nivel fueron el mayor obstáculo.
Si antaño el Liverpool soñaba con él, ahora lo hace el Chelsea, donde Lampard busca hacer cambios en la portería. Y es que las visitas de Oblak a Inglaterra están jalonadas por un ramillete de milagros. Que pregunten en Stamford Bridge, en el Emirates o en Anfield. Ayer el catálogo fue extenso. Empezó con el cabezazo de Wijnaldum. A renglón seguido, se alargó para desviar un tiro de Arnold que se colaba. La mano que metió a remate de Firmino a bocajarro en el 35’ está solo al alcance de los elegidos. En el 53’ volvió a estirarse para sacar otro disparo de gol desde fuera del área. A Firmino volvió a negarle el gol en el 59’ de forma milagrosa, antes de que el larguero se aliará para no estropear su noche en el 66’. Arnold volvió a probarlo en el 68’ y en el 84’ respondió con otro paradón.
Milagro tras milagro.
Al minuto de la prórroga, comenzó a enterrar la inercia inglesa con otra intervención antológica a remate de Wijnaldum. Después el Liverpool marcó el segundo y apareció Marcos Llorente. Oblak había dejado al Atlético con vida, como ha hecho tantas veces en los últimos años, revelándose, una vez más, como el jugador más regular del Atlético, al menos durante el último lustro. Ayer Simeone lo dijo bien: "El Barcelona tiene a Messi y nosotros, a Oblak". Mantenerle es capital para el futuro y eso va a depender de que el Atlético aspire a lo máximo, como ya ha dicho en repetidas ocasiones.