El Espanyol entra en bonus
El calvario de 70 horas puede costar muy caro. Nadie se da por vencido, pero se aferran ya a cábalas e intangibles para argumentar las opciones de permanencia.
En 70 horas exactas, las que transcurrieron desde que se desveló la alineación ante el Wolverhampton Wanderers y que Prieto Iglesias decretó el final del partido ante el Valladolid, desmoronó el Espanyol todas sus ilusiones europeas y hundió buena parte de sus esperanzas de permanencia en LaLiga. Un calvario que solo el tiempo y un giro copernicano de los acontecimientos puede remediar, y que conduce al Espanyol a un tramo final de temporada dramático, cuando no trágico, por lo que en función del desenlace las consecuencias habrán durado meses o incluso años. Pero la última palabra nunca está escrita.
Si el 4-0 del Molineux Stadium había abierto los ojos del sueño (o señuelo) europeo, el 2-1 en Pucela entierra la enésima hoja de ruta hacia la permanencia que había recompuesto el conjunto perico. Tras fallar en tantas y tantas 'finales' (ante Getafe, Osasuna, Leganés, Granada...), las cuentas pasaban ahora por seguir a dos puntos de la salvación con un triunfo ante el Valladolid, al que se metería en la pelea. Pero nada de eso sucedió y lo peor es que se difumina el enésimo invento de la temporada, el que parecía más estable y que había llegado para quedarse: el efecto Abelardo. El técnico por primera vez encadena dos derrotas y, tras su alineación en la Europa League y la inexistencia de alternativas a su plan en LaLiga (supeditado en exceso a un Raúl de Tomás convaleciente y a un once reconocible pero irregular), genera ya dudas. En menor medida que David Gallego y Pablo Machín, quienes no disponían de fichajes por valor de 41,5 millones.
Lo más preocupante son las soluciones propuestas, al menos de puertas afuera. En el Nuevo Zorrilla, tras el partido, Adrián Embarba apelaba a las probabilidades ("peor no podemos ir"), mientras que Sergi Darder aludía al carácter ("tenemos que ser más perros") y Abelardo, directamente, a la testosterona: "Hay que echarle un par y seguir creyendo". Francisco Joaquín Pérez Rufete, por su parte, culpaba a los arbitrajes de buena parte de los males pericos. El equipo, lógicamente, no se da por vencido, pero las cábalas ya salen mucho más torcidas. La próxima pasa por puntuar ante el Atlético de Madrid. Y así, hasta el final.