"Así es imposible, hay más gente detrás que delante del balón"
Es la desesperación de un peso pesado. Durante el descanso en Mestalla, más de un jugador se quejó abiertamente de desorden y desconcierto en el campo.
La pizarra de Quique Setién no acaba de encontrar acomodo en el disco duro de los jugadores. Han bastado tres partidos -Granada y Valencia en LaLiga e Ibiza en Copa- para constatar dentro del vestuario que para asumir las nuevas ideas del entrenador habrá que pagar un alto coste. Por ahora sólo en el estreno ante el equipo nazarí (1-0) se ofreció una imagen digna sobre el césped, ya que ni ante el club ibicenco (1-2) ni mucho menos frente al conjunto ‘che’ (2-0) se ha expresado el equipo en los términos deseados por el nuevo entrenador.
De hecho, la situación que se vivió el sábado en el vestuario visitante de Mestalla confirma el grado de desconexión que existe todavía entre buena parte de la plantilla y Quique Setién. Mientras el técnico, acompañado de su inseparable Eder Sarabia, intentaba corregir en una pizarra los numerosos errores tácticos del equipo, algunos pesos pesados improvisaban una cumbre para intentar arreglar la papeleta.
En la reunión los lamentos y las quejas eran unánimes: había un claro problema de falta de orden en el campo. "Así es imposible, no puede ser que tenga más jugadores detrás que delante del balón", se lamentaba una de las vacas sagradas del equipo, consciente que la situación empezaba a tomar tintes dramáticos. "Hay que darle más profundidad y rapidez al balón porque se lo estamos poniendo muy fácil al Valencia", insistía otra de las voces autorizadas del vestuario.
Y eso que el equipo se fue al descanso con un empate a cero en el luminoso. Un resultado del todo engañoso por los méritos de uno y otro: el Valencia había fallado un penalti y enviado un balón al larguero y el Barcelona sólo había rematado una vez entre los tres palos, con Messi como único protagonista, en un lanzamiento manso a las manos de Domenech.
Cuando acabó el partido, la sensación del vestuario fue si cabe aún más amarga. Y es que si bien es verdad que el juego había mejorado, al menos en cuanto profundidad y rapidez del balón, la derrota contundente e inapelable del equipo -hacía trece años que no perdían en Mestalla- dejaba un poso de dudas en la plantilla. Unas dudas que tienen a Setién como principal señalado, ya que el tiempo corre en su contra y el equipo sigue navegando sin un rumbo definido ni un destino claro.