Una falta calcada a la de Valverde hace 40 años generó debate nacional y cambió la ley del fútbol
El 10 de mayo de 1980 se disputó la final de la FA Cup, en la que una jugada similar a la de la final de la Supercopa frustró un gol cantado que revolucionó todo.
Álvaro Morata corría solo para encarar a Thibaut Courtois cuando Fede Valverde decidió interrumpir la jugada con una fea entrada por detrás desentendiéndose del balón que le costó la tarjeta roja. El resto, ya lo saben. Ahora cambiemos los protagonistas, el momento y el escenario. 10 de mayo de 1980, final de la FA Cup en Inglaterra, enfrentamiento entre Arsenal y West Ham United.
En este caso, el joven de 17 años Paul Allen interpretaría a Álvaro Morata, corriendo sin oposición solo a la portería, mientras que Willie Young, el central del Arsenal que ejercería de Valverde, le realizaba una entrada por detrás a ras de suelo que cortaba la acción justo antes de que se internase en el área. En aquel momento, el West Ham ya ganaba 1-0 a pesar de pertenecer a la segunda división inglesa. El árbitro, tras presenciar la jugada, no tardó en sacarle la cartulina amarilla mientras Young le pasaba la mano por el pelo a Allen a modo de disculpa. La víctima ni si quiera se quejaba de la decisión a pesar de que hubiera encarado solo a Patt Jennings, lo cual probablemente hubiera sido gol. Pero no hubo ninguna queja del jugador. Y es que el reglamento por aquel entonces dictaba que en una jugada de ese estilo solo debía sancionarse con una tarjeta amarilla, a diferencia de lo que se hace ahora, que es señalar una expulsión, sin discusión.
A pesar de que el West Ham ganó gracias a un gol de Trevor Brooking y sabiendo que la gesta del equipo era más que importante teniendo en cuenta la categoría en la que competían, los protagonistas en los medios fueron al día siguiente Paul Allen y Willie Young. Nadie se explicaba que esa regla pudiera ser así y que al jugador más joven en la historia de la FA Cup por aquel entonces le hubiesen privado del día más importante de su carrera sin un castigo acorde con las consecuencias que hubiera tenido que la jugada se resolviera con un disparo.
El debate en Inglaterra estaba servido y eso propició que las reglas del fútbol cambiaran y dictasen que una entrada por detrás a un futbolista que encara la portería rival sin oposición debe ser sancionada con tarjeta roja. Al menos, en el caso de Allen (y no en el de Morata) acabó levantando el título.