Corral: "Cumplir el sueño de mi vida ha sido muy duro"
El canterano repasa su trayectoria desde sus comienzos hasta su estreno con el primer equipo del Real Valladolid.
Roberto Corral es pieza clave del Real Valladolid Promesas que ocupa puestos de playoff a Segunda y está asombrando en este inicio de curso. Tanto es así que Sergio González le hizo debutar con el primer equipo en Copa del Rey. Así ha sido su trayectoria como blanquivioleta.
¿Cómo fueron sus primeros pasos en el fútbol?
Empecé a jugar en edad prebenjamín con la UD Sur; jugué cuatro años allí hasta que el Real Valladolid me fichó siendo alevín de primer año. Este año hago 13 temporadas. Tenía un entrenador, Chema Abril, que siempre nos decía que al División de Honor llegaríamos uno o dos y al Promesas uno o ninguno. Como aficionado y como canterano es un orgullo haber podido llegar al Promesas y haber debutado con el primer equipo. Cumplir el sueño de mi vida ha sido algo muy duro, a largo plazo, y fruto de mucho trabajo y esfuerzo.
¿Piensa a menudo en esos inicios, en algún entrenador o algún compañero en especial?
Los entrenadores que tuve de la casa fueron todos unos ejemplos. Recuerdo con cariño que cuando estaba en el Alevín C fui a un torneo con el Alevín A con Chema Abril, jugué casi todo de titular y llegamos a semifinales. Todo ese proceso inicial lo viví al lado de Pistu. Llegamos al Real Valladolid a la vez, los dos de la Sur, pero él, como otros tantos, no tuvo la suerte de poder seguir y de que apostasen por él. Es algo que siempre tengo en cuenta.
¿En qué momento empieza a tomárselo tan en serio?
El fútbol es una pasión a la que siempre he dedicado el mayor esfuerzo posible. Cuando llegas a cadetes o juveniles, ves que el míster puede hacer pocos cambios y deja a gente fuera, empiezas a verle esa otra cara distinta a lo anterior. En el Promesas te acabas de dar cuenta de lo prioritario que es el fútbol y de que estás a un paso, por lo que tienes que cuidar todo; alimentación, descanso... Tienes que priorizar, porque tren del fútbol solo pasa una vez y hay que cogerlo.
En los comienzos, ¿se sienten los colores o es un tópico?
No es un tópico, de verdad lo sientes; es más, empiezas a sentirlo desde el momento en el que llegas. Cuando vas a torneos como el de Brunete y tienes que representar a tu ciudad y tu escudo sientes que tienes que defenderlos a muerte. Aunque era un niño, el día que me llamó el Real Valladolid fue uno de los más felices de mi vida. Mi padre me hizo socio con tres años y desde entonces he sido, y sigo siendo, aficionado. Haber debutado, después de verlo en la grada, en la tele o como recogepelotas es un sueño que quiero alargar.
¿En qué momento vio que podía llegar a cumplirlo?
En realidad nunca lo he tenido claro. Mi prioridad ha sido siempre aplicarme con trabajo, esfuerzo, constancia y disciplina. Es más, todavía sigo pensando que es muy difícil llegar, porque para mí llegar es mantenerse en lo máximo. Desde muy pequeño empecé a destacar, pero luego tuve otra época en la que no lo hacía y en la que estaba más en un segundo plano. Nunca he querido subir cinco peldaños de golpe, hay que ir escalón a escalón y no querer ir por el ascensor. Hay gente que nace con talento y, con poco que se esfuerce, llega; otros nos tenemos que servir de ese sacrificio y tenemos que dar el máximo todos los días para intentar llegar arriba. Como decía Rubén Albés, hay que honrar a la profesión.
Pese a eso, está ya cerca del centenar de partidos con el Promesas...
Debuté con Borja Jiménez en mi último año juvenil, llevo 96 partidos y cinco temporadas en el filial. A día de hoy puedo dar las gracias, porque soy uno de los capitanes y de los veteranos. Pero mi primer año sénior, por ejemplo, me costó. Manel Royo, que era quien jugaba en mi posición, era el capitán del equipo. Tuve que aprovechar mi oportunidad. No jugué hasta la octava jornada y acabé jugando 23 partidos de lateral derecho. Me sirvió para aprender mucho, sobre todo en defensa. Año tras año he ido mejorando, ya en mi posición.
Con Miguel Rivera tuvo otra época dura, de aprendizaje.
En su primer año jugué todo en la primera vuelta, pero con la llegada de Moi pasé a jugar menos y solía salir los últimos minutos y de extremo derecho, aunque seguí trabajando para darle motivos de que podía jugar; hay jugadores que en una situación así ponen caras largas, se enfadan... Yo no había jugado nunca ahí, pero era una oportunidad y me salían bien las cosas, incluso di asistencias. Tenía minutos y sumaba partidos, que era de lo que se trataba. Moi era más mayor, tenía más experiencia, venía del Barcelona B... Mi único afán era seguir esforzándome. El año pasado, en cambio, jugué 35 partidos, y eso se lo tengo que agradecer a Rivera, porque la experiencia te la dan los partidos y los minutos.
En el lateral también ha tenido que mejorar, ¿no?
Cuando empecé a jugar en el lateral izquierdo, con Rober 'Micro', en cadetes, no tenía el concepto de defender, siempre me quería incorporar al ataque, hasta que te das cuenta que la prioridad es la defensa; eso me costaba, me llamaban cabra loca. Albés siempre hablaba de 'hacer palitos'; de hacer lo que sabes y de no querer hacer de más o algo que esté por encima de tus cualidades.
Me consta que en verano se llegó a despedir de algunas personas, pero aquí está.
Acababa contrato y no sabía qué se estaba planteando el club para mí, porque tardó un poco en ponerse en contacto conmigo y pensaba que iba a ser mi último año. Sé que sonó a despedida, pero mi prioridad era continuar aquí. Cuando me llamaron Andrés Fernández y Miguel Ángel Gómez no me lo pensé; mi sueño, desde pequeño, siempre ha sido poder estar en mi casa, en mi equipo de siempre. Por eso dejé de lado alguna opción que podía tener de jugar en Segunda, como la del Numancia. El club hizo un esfuerzo para que me quedase y yo estoy muy agradecido.
En apenas unos meses pasó de verse fuera a debutar con el primer equipo en Copa del Rey y acaparar elogios, incluso de Sergio. ¿Cómo lo vivió?
Con tranquilidad y con los pies en la tierra, porque sé que solo es el comienzo. Mi objetivo es seguir trabajando como hasta ahora para poder tener más oportunidades si Sergio lo necesita, ya sea en Copa del Rey o en LaLiga. Nunca he sido un jugador al que los elogios o los comentarios que haya alrededor le afecten, siempre he sido trabajador y humilde. Aunque agradezco todas esas opiniones; me hacen tener más ilusión y esforzarme para que el que míster cuente conmigo.
¿Cómo está viviendo el momento del Promesas?
Con una ilusión tremenda. Puede ser un año histórico, ya que nunca el filial se metió en playoff o ascendió a Segunda División. Javi Baraja es un grandísimo entrenador, que nos está enchufando muchísimo y que nos puede ayudar mucho a los que estamos cerca o alternando con el primer equipo. Fue otro pilar importante para que me quedara; me dijo que iba a ser importante. Pero, por encima del sueño del playoff, tenemos ganas de hacerlo bien y darle motivos a Sergio para que cuente con nosotros.
Además, ya tiene su carrera terminada.
Así es, he terminado la carrera de fisioterapia. Mi madre me inculcó desde niño la disciplina en los estudios y no lo he dejado nunca, he ido curso por año y he sacado una matrícula de honor en el Trabajo de Fin de Grado. Ahora quiero centrarme en el fútbol, porque es un tren que solo pasa una vez y no quiero arrepentirme cuando tenga 35 años de haberlo dejado escapar. Me seguiré formando por mi cuenta, ya he hecho lo más difícil, que es tener ese seguro de vida por si el fútbol no sale como me gustaría. Tengo que dar las gracias al club y a la UEMC, porque nunca me han regalado nada, pero facilitaron mi formación.