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FERENCVAROS - ESPANYOL

Martínez-Vilaseca: "Kubala me llevaba a comer a la pastelería"

Joan Martínez-Vilaseca (Manresa, 1943) jugó en el Espanyol nueve campañas. Vivió ascensos, descensos y jugó en Europa. Pero sobre todo es uno de los testigos más fiables.

Actualizado a
Joan Martínez Vilaseca.
Gorka Leiza

Usted jugó la temporada de Kubala en el Espanyol. ¿Cómo fue aquello?

Cambio de equipo después de muchos años en el Barcelona, por lo que fue un terremoto importante en la ciudad. En el Espanyol estuvo muy implicado y nos ayudó. Lo pasamos mal esa temporada. Hicimos la promoción ante el Sporting. En los momentos finales de los partidos le dábamos el balón a él. Lo cubría como nadie, no se lo quitaban.

¿Cómo se vivió que un ídolo del Barcelona acabara en el Espanyol ?

Todo se vivía con más exageración que ahora en las calles. El fútbol era algo más sentimental y los jugadores estaban más apegados a sus equipos. Pero tuvimos esa suerte, como la de contar poco después con Di Stéfano.

¿Y con cuál de los dos se queda?

Tuve la suerte de jugar con grandes jugadores en mi carrera, pero Kubala y Di Stéfano fueron únicos. Son dos grandes de la historia. En una lista de diez entrarían ellos seguro. Aunque no puedo quedarme con uno. No obstante, con Kubala viví más experiencias. Tengo anécdotas con él. Aquel fue mi primer año en el Espanyol: yo venía de jugar en Tercera en Manresa. La diferencia de edad y de calidad eran notorias entre ambos, pero me acuerdo que era cariñoso, muy próximo con todos… Su carácter era sensacional.

Y las anécdotas?

Lo tuve un año como entrenador. Me apreciaba mucho. Íbamos concentrados a Caldes de Montbui y los sábados siempre me llevaba a la pastelería a comer lo que quisiera… Era un detalle que tenía conmigo, yo era un chico muy delgado. Le tenía mucha estima. Se portó bien cuando estuvo en el club y su historial era único. La gente le apreciaba mucho. Tuvo el problema de que su hijo jugaba con nosotros y cuando las cosas no funcionan y juega tu hijo...

Habla de Branko Kubala, el debutante más joven en la historia del club.

Su padre lo hizo debutar con 16 años. El caso fue curioso. Yo estaba en la selección militar en Las Palmas y a media semana jugaba un partido allí y el domingo jugaba en Bilbao con el Espanyol. Me llamó Kubala para decirme que fuera a Bilbao, pero ese día no jugué yo si no que actuó su hijo, cuya posición era la mía. Fue su estreno.

Al margen de Kubala, esa campaña 1963-64 jugó con dos húngaros más.

Kuszman era un defensa central corpulento y fuerte. Kaszas era interior. Los húngaros tenían una buena técnica. Y tenían gol. Pero recuerdo que no tuvieron muchas oportunidades.

En los años 60 hubo mucha presencia húngara en el Espanyol. Janos Kalmar, técnico del triunfante Honved en los 50, fue su entrenador…

Es el mejor entrenador que tuve. Era una persona que llegó al Espanyol algo mayor, pero con experiencia. Pocas veces el Espanyol ha jugado tan bien a fútbol como con él, y quedamos terceros en LaLiga. Teníamos un gran equipo y lo demostramos. El entrenador era magnífico, aunque quizás demasiado buena persona.

Y un tipo peculiar.

No hablaba muy bien el Espanyol. Recuerdo que muchas veces nos reíamos porque decía guijón y no Gijón. Siempre entrenaba con balón y fuimos el primer equipo en hacer pretemporada: nos íbamos a Olot y un año a Alemania a entrenar donde iba el Bayern de Munich.

Para una persona como usted cuya infancia la pasó en los 50. ¿Qué le llegaba de la gran Hungría de aquella época?

Nos llegaba un equipo muy bueno que se llamaba Honved que jugaba a un gran nivel, pero que desgraciadamente se deshizo por los problemas de su país. Tampoco teníamos más información en aquel momento. Pero en los 60 Hungría y el Espanyol estaban muy ligados. Czibor, un extremo extraordinario, también jugó una temporada. Y luego teníamos una persona muy importante, el secretario técnico Osterreicher, quien trajo a Kalmar. Era una persona muy abierta que se relacionaba con todos.