Stuani y Borja García se asocian contra el Fuenlabrada
El uruguayo, que lleva 12 goles en 13 partidos, decantó el choque. Los visitantes no tuvieron grandes ocasiones para intentar ganar el partido.
Cuando se dice que Stuani no es un jugador de esta categoría, la Segunda División, se suele hacer referencia a sus números. Y es que doce goles en 13 partidos disputados, en efecto, son raros de ver en la categoría de plata. Pero también lo es la calidad que atesora el uruguayo. Hoy en tres acciones (un desmarque, un control y un remate, los tres de bella factura) marcó el primer tanto y en un remate franco el segundo. No falló. Y el Fuenlabrada nada pudo hacer.
La primera parte fue de esas que contradijeron al tópico: más atractiva para los entrenadores que para los espectadores. Quienes acudieron ayer a Montilivi solo pudieron sacudirse el frío de encima en un par de ocasiones, ya fuera con las buenas acciones de Jairo o con el remate final de Oriol Riera, que enmudeció a la parroquia.
Entre tanto, en 45 minutos, mucho fútbol y pocas ocasiones. El Girona salió mejor y pisó mucho campo contrario, pero no fue capaz de acelerar en tres cuartos de campo. El Fuenlabrada, por su parte, fue creciendo con los minutos. Cada vez más fluidos y cada vez más lejos de su portería, los madrileños tampoco encontraron el camino al área.
Solo Oriol Riera, batallador, supuso alguna amenaza para los de Martí.
Nunca se va a conformar el Girona con el empate este curso, y hoy no fue una excepción. Martí dio entrada a Borja y Soriano, y la apuesta le salió redonda. Sobre todo porque el primero dio la asistencia del primer gol del partido. Un pase magnífico, pero que de nada hubiese servido sin un desmarque de libro y una resolución de crack de Stuani.
Y ya van doce en un tercio de Liga. El tanto desconcertó a los visitantes unos cuantos minutos, hasta que volvieron a apretar pasado el 80’. Se volcaron, como es lógico, en busca del empate y Stuani les castigó. También Borja, que volvió a ser el creador de una jugada en la que intervino Soriano. La calidad individual de los gerundenses fue definitiva.