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Cuéllar vuelve a su mejor versión y apuntala la fe del Leganés

Ante la Real Sociedad el portero tuvo tres intervenciones decisivas. Superado su absceso hepático, en el club esperan que vaya recuperando el rol de jugador fundamental.

Cuéllar vuelve a su mejor versión y apuntala la fe del Leganés
JUAN AGUADODIARIO AS

Hasta hace no mucho tiempo en Butarque la capa de Superman le pertenecía a Jon Ander Serantes. Pero el héroe del ascenso se marchó a Japón en enero de este año y dejó vacante el puesto de mito entre los palos. Cuéllar sigue opositando con energía para heredar el trono del arquero de Barakaldo. El viernes pasado, ante la Real, Pichu sumó otra noche épica con la que ganarse un trozo de Olimpo blanquiazul. Si los pepineros logran salvar la categoría, nadie duda al sur de la capital de que el extremeño tendrá un pedazo importante de responsabilidad.

Ya la temporada pasada fue quizá el jugador más regular en lo que se refiere a buenas actuaciones individuales jornada sí, jornada también. Lejos quedó la mezcla agridulce con la que se estrenó como arquero del Leganés. En la 2017-2018 tan pronto hacía noches memorables (debutó parándole un penalti a Manu García de Alavés), como se dejaba jirones de prestigio con fallos de explicación dudosa.

Pero aquello es pasado. Cuéllar se cimentó como pieza tan relevante, que el club echó el resto para ampliarle el contrato este verano. Encontró un resquicio en el acuerdo que firmó con el Valladolid, y lo ató por dos años más disolviendo el pacto con los blanquivioletas, del que, por cierto, no se ha vuelto a saber por mucho que en Pucela filtraron su intención de llevarlo a los tribunales.

Clave en su retorno

El estreno de curso fue malo para Cuéllar, más casi que para el Leganés. Primero se lesionó de la espalda y luego sufrió un absceso hepático amebiano que lo dejó KO durante algo más de un mes. Del mal, el menos. Si la ameba que lo contagió se hubiera desplazado a otras parte de su cuerpo podría haber sido mortal. Pichu lo pasó mal, perdió seis kilos y retornó algo mermado, pero ha comenzado a ser progresivamente relevante no sólo con sus paradas, sino con su personalidad.

El Leganés lo nota. Y más si es con intervenciones como la del viernes, en la que salvó tres goles que parecían claros. Willian José, Januzaj y Oyarzabal probaron de sus estiradas. Otra vez Cuéllar desplegó la capa, voló hasta donde parecía imposible y salvó al equipo de caer en una actuación que mereció el elogio de su técnico en sala de prensa.

Con ritmo el ritmo de entrenamientos ya adquirido y la seguridad de que el trabajo diario le hará crecer en los próximos partidos, el Leganés espera que su portero se convierta en breve en un futbolista tan determinante como lo fue la temporada pasada. Y que el resultado sea el mismo: la salvación del equipo, una temporada más, en Primera División.