Diakhaby la lío en Lille
El Valencia dejó escapar la victoria en el 95' tras acabar con uno menos por la expulsión del central. Antes, Cheryshev marcó en un contragolpe letal.
El Valencia tropezó de nuevo en la misma piedra. Lo hizo el año pasado contra el Young Boys y también anoche ante el Lille. Ikoné, sobre la bocina, tras un reverso de lujo y con el VAR revisando la acción durante algo más de tres minutos por posible fuera de juego, dejó a los de Celades sin una victoria que necesitaban para no perder comba con Ajax y Chelsea. Lo que Cheryshev encarriló con su gol y Cillessen defendió hasta el 96’, lo complicó Diakhavy con su expulsión. El francés se lío en Lille y los ché lo acabaron pagando.
El Valencia salió a jugar a sabiendas de que el Chelsea había ganado en Amsterdam. Fue Michy Batshuayi, uno de los pocos fichajes que le salieron rana a Mateu Alemany, quien firmó el gol de la primera derrota del Ajax y así metía una presión añadida a los de Celades. Los de Galtier, a su vez, enfocaban la noche conscientes de que era su última oportunidad de meterse en la pelea y su intensidad estuvo acorde a su necesidad.
Celades, por lo que transmitió con su once y más con su planteamiento, no prioriza tanto el dibujo con el que jugar como sí alinear a quienes considera están mejor para hacerlo, obviamente a su entender y con margen a equivocarse. Quizás por ello le importa tan poco el debate de calle sobre su sistema; de ahí que apostara de nuevo por alinear a Parejo a la vez que Coquelin y Kondogbia. Pero no por ello era un 4-3-3 al uso. La presencia en el once de Gameiro, que partía casi en paralelo a Maxi, llevó a Coquelin a dejarse caer por banda derecha y lo que se veía desde las alturas del coqueto Pierre-Mauroy era un 4-4-2.
La primera parte se resume en que el Valencia acabó pidiendo a gritos irse al descanso como había empezado, es decir, cero a cero. Tras unos primeros compasen en los que los capos de cada bando se fueron presentando (‘Yo soy Parejo; yo Osimhen’), la presión del Lille, que actuó con cinco centrocampistas para ello, fue dejando al capitán blanquinegro sin nadie con quien combinar. Al Valencia le faltaba profundidad. Cheryshev no aparecía, a Coquelin la línea de cal se le hace tierra extraña y Wass y Jaume Costa bastante tenían con frenar a los suyos. Por contra Yazici se fue echando a su equipo a la espalda. De sus rupturas y su golpeo fueron cayendo las ocasiones francesas. Seis veces probaron fortuna en la portería de Cillessen, a destacar un disparo del turco que repelió el larguero, por una sola del Valencia en 45 minutos (Gameiro).
Lo que se veía desde la grada lo entendió también así Celades. Su recurso, que no deja de ser una virtud saber cambiar a tiempo, para cambiar la dinámica del partido fue sacar a Carlos Soler por Kondogbia, reubicando a Coquelin en su habitat natual: el doble pivote. Así, con cada mochuelo en su olivo, el Valencia transmitió mucho más. Porque aunque el balón seguía siendo propiedad del Lille, los ché, con efectivos en cada banda con los que volar y generar vez espacios, salían al contragolpe con esa mordiente y verticalidad que lleva este proyecto en su adn, que es el estilo que siempre tuvo el Valencia cuando le fue bien en la vida. Fue así, en un ataque en un visto y no visto, en el que Maxi abrió a Gameiro y éste se la cedió a Cheryshev, cuando el Valencia se puso 0-1.
El Lille, a partir de ahí, asedió a Cillessen, que se mostró seguro. Colosal incluso. Pero en tres minutos (81’ y 84’) Diakhaby vio las dos amarillas. La grada se vino arriba, al Valencia le entró el canguelo e Ikoné sacó la guillotina. Queda Champions, pero ya a remolque.