Pepi Bican, el mejor goleador del s.XX que huyó de los totalitarismos
La IFFHS lo consagra por delante de Pelé y Romario. Se negó a alistarse al partido Nazi y se mudó a Praga. Allí también dijo no al Partido Comunista Checo. Eso le devolvió a la pobreza de su infancia.
Según la IFFHS, Federación de Historia y Estadística del fútbol, el mejor goleador del mundo en el siglo XX (805 goles en 530 partidos) respondió al nombre de Josef 'Pepi' Bican, por delante de gigantes como Pelé o Romario. Bican es, seguramente, el jugador más importante de la historia del Slavia de Praga, rival este miércoles del Barça en la Champions. ¿Pero quién fue Pepi Bican? Algo más que un jugador de fútbol.
Nacido en 1913 en Viena, creció en la miseria de la Primera Guerra Mundial, a la que sobrevivió su padre, que sin embargo murió al regreso con una enfermedad en el riñón. Bican, que como tantos otros niños jugó descalzo por las calles de Viena con pelotas de trapo, destacó pronto en el Hertha de la capital austriaca, el club al que había pertenecido su padre. A los 18 años, el histórico Rapid de Viena intuyó su enorme talento y lo firmó. Marcó 52 goles en 49 partidos antes de irse al Admira de Viena en un movimiento poco entendido por los seguidores del Rapid. Fue su último club en su país natal.
Cuando Hitler se anexionó Austria, Bican se negó a afiliarse al Partido Nazi y huyó a Checoslovaquia. Vivió sus años dorados en el Slavia, con el que marcó 395 goles en 217 partidos. Capaz de hacer los cien metros en 10,98 según los testimonios de la época, 'Pepi' se convirtió en una sensación a principios de los años 40. Miles de espectadores se acercaban a los entrenamientos para seguir uno de sus rituales preferidos. Colocaba diez botellas encima del larguero y disparaba desde la frontal del área. Cuentan que Bican tiraba nueve de cada diez.
Bican, sobre quien sus números han generado controversia porque jugó en una época en la que muchos jugadores se vieron en medio del conflicto de la Segunda Guerra Mundial, se convirtió en personaje social. Jugaba al tenis, se iba de cenas con actores y flirteaba con actrices. En 1948, la Juventus pretendió su fichaje, pero no quiso marcharse a la Vecchia Signora. Recién firmados los acuerdos de paz tras la Segunda Guerra Mundial, los rumores informaban sobre una posible insurrección comunista en el país transalpino. Bican quiso evitarlo, y se lo encontró en su país. Fue entonces cuando se negó a unirse al Partido Comunista Checoslovaco fundado por Klement Gottwald. Por su "propia seguridad", dejó el Slavia y se marchó al Zelezarny Viktovice, el equipo de la siderurgia; y luego, al Hradec Kralowe. El comunismo trató de desprestigiarlo. Le acusó de haberse convertido en un vienés de clase acomodada, él que se había criado humildemente en las calles y que había jugado en un club como el Slavia, generalmente relacionado con las clases medias.
En 1953, en mitad de la celebración de un Día del Trabajo, el presidente Antonín Zapotocky salió a darse un baño de multitudes a la calle, pero la gente, en vez de corear su nombre, gritaba el de Bican... Fue entonces cuando fue obligado a dejar el Hradec Kralove y regresar al Slavia, que por entonces se había pasado a denominar Dynamo por orden de la dictadura comunista. Allí jugó hasta los 42 años. Luego, el régimen le obligó a trabajar en el ferrocarril, en Holesovice. Bican se quedó en la pobreza. La Revolución de Terciopelo de 1989 empezó a devolverle a su sitio aunque fuese ya con 76 años. En 2001, el año de su muerte, se le reconoció con el galardón Libertad en Praga. Está enterrado en el famoso cementerio de Vysherad. Según la IFFHS, es el mejor goleador del mundo del fútbol en el siglo XX. Pero sus mejores goles se los metió a los totalitarismos.