El vestuario entona el mea culpa: "Hemos jugado peor que en Anfield"
Ha llegado el momento de la autocrítica tras el desastre de Granada y las primeras conclusiones dejan bien claro que el equipo está sumido en una crisis galopante.
El delantero uruguayo Luis Suárez, uno de los pocos que salió a la palestra junto al holandés Frenkie de Jong, que no se esconde ni dentro ni fuera del campo, hablaron abiertamente sobre la necesidad de hacer autocrítica tras el desastre vivido en Granada donde el equipo no sólo perdió sino que fue incapaz de generar apenas una ocasión en todo el partido. La sensación del vestuario nada más acabar el encuentro es que habían jugado el peor partido de la era Valverde y para muchos desde que visten la camiseta blaugrana.
“Hemos jugado peor que en Anfield”, se escuchó en el vestuario visitante de Los Cármenes en boca de uno de los pesos pesados del equipo. Una frase que caló bien hondo en el vestuario, que se movía entre el abatimiento y la frustración general. Y es que como dijo Valverde, “el problema no es perder, el problema es que merecimos perder”.
Pocos se pensaban que el recuerdo de la derrota más humillante de la última década del FC Barcelona volvería a aparecer, pero lamentablemente llegó ese día. Y es que si en Anfield, el Barcelona cavó su tumba en Europa, en Los Cármenes, el equipo agotó el poco crédito que le quedaba en LaLiga.
La sensación que hay en el vestuario es que ahora mismo cualquier rival les puede hacer daño. Una cosa es que te pase por encima el campeón de Europa y otra es que te dé un baño de realidad un equipo recién ascendido. “Ya no nos respetan”, se escuchó también entre las cuatro paredes del vestuario, mientras que otras voces durante el vuelo de regreso a Barcelona, apuntaban que “nos hemos convertido en un equipo que juega sin alma”.
Se ha pasado del "nos han pintado la cara" de Gerard Piqué ante el Athletic en la primera jornada al "peor no se puede jugar" de esta última jornada. Cinco semanas donde desgraciadamente se han cambiado muchas cosas salvo la inercia negativa y la mala imagen.
Es evidente que ante esta situación el panorama que se presenta es desolador. Cualquier traspié en los próximos dos partidos -Villarreal y Getafe- supondría casi con toda seguridad la destitución de Ernesto Valverde. Y ya se sabe que con la soga en el cuello siempre es más difícil trabajar.