Calero y su "Nunca dejes de perseguir tus sueños"
El nuevo central del Espanyol entró en la cantera del Valladolid a los seis y pasó por el Málaga. Elegante y rápido, técnico y fuerte, tiene carácter pero es tímido. Le apasionan los tatuajes.
Fernando Calero (nacido el 14 de septiembre de 1995 en Valladolid) es un tipo al que nadie le ha regalado nada. Criado en Boecillo, a 14 kilómetros de la capital castellana y leonesa, desde los seis años comenzó a entrenar y jugar en la cantera blanquivioleta, primero como mediocentro y después como central. Ya entonces seguía el consejo de su padre de sacar el balón jugado en vez de dar un patadón, cuestión que siendo profesional le ha llevado a sufrir algún disgusto, pero que le convirtió la temporada pasada en el tercer jugador de la Liga que más pases entregó de manera correcta.
Con 16 años firmó por el Málaga, en juveniles y en Tercera, donde estuvo tres años antes de que de Braulio Vázquez, entonces director deportivo pucelano, le ofreciera la posibilidad de volver a casa. Desde entonces, una carrera meteórica. En tres temporadas pasó de jugar en el filial de Segunda B, a formar parte del primer equipo con el que ascendió de Segunda a Primera y logró la permanencia la campaña pasada siendo titular indiscutible con 23 años.
Elegante y rápido, técnico y fuerte, Calero es un tipo con carácter, pero tímido. No es amigo de las masificaciones y sí de los tatuajes. Su cuerpo está trufado de ellos como consta en un reportaje de El Norte de Castilla. Desde un recuerdo a su hermana y sus padres, a una cruz por su primo Víctor, al que le dedica todos sus goles, pasando por otro con dos Z y un número cinco, como pista de su jugador favorito, y una cita que vale para definir al futbolista: "Nunca dejes de perseguir tus sueños". El suyo era jugar en Europa.