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QUÉ FUE DE...

¿Qué fue de Radchenko? Un fuera de serie como delantero, entrenador y ahora 'granjero'

El exfutbolista ruso, de 48 años, dejó huella en el Racing y Deportivo. Trabaja en la cantera del Zenit y atiende a AS para hablar de su actual vida y trayectoria.

Actualizado a
Dmitri Radchenko, durante su etapa como futbolista y como granjero.

Dmitri Radchenko (48 años) apareció en las pantallas de nuestros teléfonos móviles hace unas semanas cuando unas fotos suyas como granjero se volvieron virales. De futbolista a granjero. Radchenko fue un delantero ruso que se labró su fama en España durante la década de los 90. Un grandullón, pero fino estilista. Militó en el Racing, Deportivo, Rayo, Mérida, Compostela y acabó su carrera en el Bergantiños. Sólo marcó 27 goles, pero dejó recuerdos imborrables como un mítico gol en San Mamés en el 88’, con varios regates y picadita final a Valencia. Pero antes, con el Spartak de Moscú, dejó enmudecido al Santiago Bernabéu con dos goles que le valieron para avanzar a las semifinales de la Copa de Europa. Ese 1-3 en el Bernabéu, tras el 0-0 de la ida, encumbró a un equipo en el que también estaban Karpin y Popov. Ese partido fue su pasaporte a España.

En el Racing destacó, pero en el Depor su condición de extracomunitario en su época en activo (en 2005 la UE los aceptó como comunitarios) le perjudicó. Atiende la llamada de AS y nada más coger el teléfono contesta en un perfecto español. “¿Me llamáis por las fotos de la granja?”, suelta con una carcajada. Tenía instinto goleador y carisma. Sólo hay que darse una vuelta por su Instagram para que te saque más de sonrisa. Hoy en día trabaja en las categorías inferiores del Zenit y se escapa a menudo al pueblo de su madre, a 55 kilómetros de San Petersburgo, para trabajar en la granja. Dice que le gusta. Y nos hace una confesión: “El próximo video que subiré a redes será ordeñando una vaca”. Genio y figura.

¿Qué es de Radchenko?
Llevo diez años trabajando en el Zenit. Tengo un trabajo específico con los delanteros. Hago mucho trabajo de entrenamientos individual. Lo hago con chavales entre 13 y 17 años. La estructura del Zenit y su cantera es muy grande. Tenemos un gran equipo Sub-19 y Diez años en el Zenit. Tengo trabajo específico con los delanteros. Entrenamientos individuales. De a 13 a 17 años. La estructura del Zenit es muy grande. Tenemos un equipo Sub-19 muy potente y de ahí para abajo hay más de siete equipos.

¿Qué es lo que más le gusta de trabajar con los niños?
Me gusta trabajar la técnica y la táctica y ver cómo esos frutos van llegando al primer equipo. Es difícil llegar siempre al primer equipo en cualquier equipo porque todas las canteras trabajan cada vez mejor, pero también el nivel de todos los equipos también es mayor.

Usted era casi un niño cuando triunfó con el Spartak de Moscú en el Bernabéu, aquel año 1991 en los cuartos de final de la Copa de Europa…
Cada jugador profesional tiene un partido del que no te olvidas nunca. Uno de los míos fue en el Bernabéu. Luego con el paso de los años me di cuenta de que fue el partido más importante de mi carrera.

¿Cuántas veces le hemos llamado los periodistas para hablar de aquel partido?
Muchas, la verdad es que son un poco pesados (risas). Es broma, yo encantado.

¿Qué recuerda de aquel encuentro?
Gracias a ese partido nos descubrió mucha gente. Llegamos a las semifinales de la Copa de Europa. Butragueño, Hugo y un joven Hierro no se lo creían. Al final del partido todo el estadio nos aplaudió. Fue increíble. Ese partido nos cambió la vida.

¿Quién le trajo a España exactamente? ¿Su agente?
Antes no era así. En Rusia no había agentes ni nada, era un país cerrado.

¿Pero cómo fue entonces?
Bueno, me llamó el presidente. Me dijo que había un equipo de España que ponía dinero y que era una buena oportunidad.

¿Por cuánto dinero salió?
No me acuerdo.

Pero salió cuando quiso su club no usted, ¿no?
Con el Spartak de Moscú lo gané todo y llegué a la conclusión de que había que probar fuera. Antes de irme a Santander firmé tres años más por el Spartak, pero creo que la oferta era bastante buena para el club. Yo no hablé con nadie más que el presidente del Spartak.

¿Y qué recuerdos tiene de su llegada a Santander?
Pues lo primero que se me viene a la cabeza es que no tenía ni idea de español. Recuerdo cuando ganamos al Athletic con un gol mío de vaselina. Al día siguiente iba por la calle y la gente me decía: “Eres un monstruo”. Y en ruso monstruo es una palabra fea y me preguntaba: “Joder, qué he hecho para que la gente me insulte” (risas).

¿Alguna otra anécdota que cuente a sus amigos? ¿En el Depor?
Pues mire (no tarda ni un segundo en contestar), recuerdo a la perfección el primer entrenamiento en el vestuario de cara al primer entrenamiento. Veía que no había nadie. Y estaba allí como en un carto de la ropa. Veo alrededor y veo botas como de niño. Un 37. Al rato empiezan a venir jugadores del Deportivo y se sienta al lado de mí Bebeto y coge esas botas que yo creía que eran de niño. Era un ídolo y tenía un pie diminuto. Le dije: “¿Cómo puedes marcar tantos goles con una pata tan pequeña?”.

¿Por qué no triunfó en el Depor?
Caí por ahí en años difíciles y hubo mucho cambio de entrenador. En pretemporada por ejemplo había muchos extranjeros con Mauro Silva, Naybet,… Estaba Toshack de entrenador y no tenía hueco y por eso me tuve que ir al Rayo. Para mi A Coruña y España es como mi casa. Hace dos años vendí la casa que tenía allí.

¿Para usted cómo debe ser el delantero perfecto?
De mi época a la actual ha cambiado mucho el fútbol. Ahora un delantero centro debe ser muy rápido.

Dígame algún delantero del momento o de su época que le guste…
No sé, hay muchos…

Me vale que diga hasta Dmitri Radchenko.
A ver, ese es el primero y el más grande (risas).

¿Cuál fue su ídolo?
Marco van Basten. Marcaba muchos goles. Ahora hay muchos delanteros. El mejor puede ser Messi, pero no es delantero puro. No sé.

¿Le gustan los tanques?
No, al revés. Me gusta que se mueva, que busquen la espalda, que marque goles… Como Dmitri Radchenko, por ejemplo (carcajada).

¿Qué consejo le da a esos chavales con los que trabaja en el Zenit?
Un delantero está en el campo para marcar goles. Tiene que hacer muchas cosas, bajar a recibir, pasar, ver el juego… Pero un delantero está para marcar goles.

¿Qué entrenador le marcó a usted?
Yo es que tuve muchos. De cada entrenador copias algo. Irureta fue el primero que tuve en España. Ganó muchos títulos, pero depende del país al que vayas la concepción de este deporte es diferente. Yo pasé por Japón y Croacia. Y fui ayudante de mi amigo Leidakhov en el Akhmat Grozny, de Chechenia. Pero nos echaron a los tres meses (risas). Hay un lenguaje universal en el fútbol: si no ganas, a la calle.

¿Cuál es su estilo de juego ideal?
El control del balón. Tener la posesión.

¿El tiqui-taca?
Sí, bueno. El tiqui-taca es una cosa que está bien, pero yo hablo del 70% de posesión o más. Eso es lo que me gusta a mí.

Finalizo la conversación preguntándole por su famosa granja. ¿Le gusta la vida de campo?
Me relajo muchísimo.

¿Qué hace?
De todo. Cultivo patatas, cuido los árboles, doy de comer a las gallinas, corto la hierba… Mis padres siempre trabajaron en la granja y después de que mi padre muriera, me gusta venir a menudo a estar con mi madre y a relajarme en el campo.

¿Echa de menos España?
Sí, pero voy a menudo. Tengo dos hijas y la pequeña es gallega. Por favor, nombre en la entrevista a mi compadre Carlos. Es un loco aficionado del Madrid, un gran amigo mío.

Puesto está. Gracias por la charla Dmitri.
Estoy aquí para lo que quieran, me ha hecho ilusión su llamada.