"Mi tío vio que le pegaba fuerte... Y debuté con tres años"
A sus 21 años, ya lleva Adrià Pedrosa 18 jugando en equipo. De alevín llegó tarde para que lo fichara el Espanyol. Ahora irá a Europa, y como profesional, con permiso de los antidisturbios.
Su nombre completo es Adrià Giner Pedrosa, pero emplea el apellido materno. ¿Es por su tío, verdad?
El hermano de mi madre me inició en el fútbol y es quien más me ha ayudado, porque él jugó de joven. La gente me conocía por él, como el sobrino de Pedrosa. Él me llevaba a todas partes, incluso al Espanyol.
Cuente, cuente.
Siendo alevín de primer año, fui a hacer las pruebas durante dos semanas, pero no me cogieron. En ese equipo ya estaba, por ejemplo, Lluís. Me dijeron que había llegado tarde, que la plantilla estaba llena, y me marché al Gavà. El Espanyol me había recomendado que jugara en un equipo de División de Honor, para irme viendo. Y al final me ficharon… Al cabo de cinco temporadas, siendo juvenil de primer año.
Pero usted había empezado en el Castelldefels.
Sí, debuté a los tres años.
¿A los tres años?
Sí. Mi tío era el vicepresidente del club. Un día, en su piscina, vio cómo le pegaba fuerte al balón, y me metió. Jugaba con niños más grandes que yo.
¿Recuerda algo?
Lo único que recuerdo es haberme roto un brazo (ríe).
Alguien que jugaba desde los tres años llegaría al Espanyol muy seguro de sí mismo.
¡Qué va! Llegué muy nervioso porque cada vez que me enfrentaba con ellos, en el Gavà o el Castelldefels, nos metían cinco, nos daban un repaso. Así que pensé que me iban a humillar. Y mi primer partido fue calamitoso. Pero lo acabé jugando todo y ese mismo año fui ya con la Selección española, así que salió redondo.
David García, Víctor Álvarez, Clerc, Dídac, Duarte, usted... ¿Por qué Sant Adrià es una fábrica de laterales zurdos?
Es quizá una posición en la que no hay tantos futbolistas, y por eso tienes más visibilidad si destacas. Yo he tenido esa suerte de poder llegar donde estoy, y espero seguir yendo hacia arriba.
Hablando de Dídac, en medio curso le ganó la partida.
También podría decir que ha sido gracias a él, porque desde el primer momento me ha ayudado mucho. Yo he hecho lo que sabía: jugar al fútbol y aprovechar esa pizca de velocidad que me permite irme de los rivales. Me lo pude ganar en la Copa, así es como acabé jugando en LaLiga.
En solo seis meses le pasó a usted de todo: ¿ha sido un máster acelerado?
En un solo año he aprendido un montón de cosas: al principio, de no jugar, de tener que ganármelo en los entrenos, después ver que juegas, que dejas de hacerlo… Y luego, el hecho de estar rodeado de futbolistas tan buenos en los que fijarme. He subido mi nivel.
También estuvo su incidente con la camiseta de Messi.
Siempre miro las cosas desde el punto de vista positivo, y a lo mejor me ha servido para darme más a conocer. Mucha gente no sabía quién era. Fue un error mío, pero hay que aprender de todo, y yo siempre saco la lectura positiva.
¿Su momento estelar es su carrera de 87 metros ante el Atlético, que acabó en gol?
Ese día me vi muy bien desde el principio del partido. En ese momento, quise hacer de las mías. No suelen salir bien, porque cuando corres por todo el campo te la acaban quitando, pero nadie me cogió y me metí en el área, busqué el pase a Wu Lei y Godín la metió dentro.
¿Qué se puede superar en esta temporada que comienza?
Mi objetivo principal es jugar todo lo que pueda. Especialmente en Europa, porque es un ambiente distinto, una ilusión que siempre has tenido y que te puede hacer rendir un poco más. Quiero seguir aprendiendo, porque me quedan muchos años por delante.
¿Recuerda algo, por su edad, de la última vez que el Espanyol jugó en Europa, la final de 2007?
Sinceramente, nada.
Pero habrá percibido, por la invasión de campo, que le gente tenía ganas de volver.
Yo estaba en medio y vi claro que o me sacaban los antidisturbios o aún seguía ahí, en Cornellà, porque no podía salir.
En mayo renovó. ¿Tuvo alguna duda sobre si seguir?
Había equipos interesados, pero tenía claro que quería quedarme. Estoy al lado de casa, con mi familia, estamos en Europa y el equipo me puede aportar muchas cosas, por la forma de jugar. Y más ahora con Gallego, un entrenador al que le gusta jugar con el balón y atacar.
Lo tuvo en el filial. ¿Cómo es?
Se darán cuenta muy rápidamente de cómo lo vive. Se deja la voz y el alma en cada partido, para ayudarnos, para que veamos las cosas. El aficionado verá su personalidad brutal, cómo grita y cómo está encima. Y le van los desafíos grandes.
¿Cómo vivió el inesperado adiós de Rubi?
Me pilló en Ibiza de vacaciones con varios compañeros (Óscar Melendo, Sergi Darder, Mario Hermoso, Javi Puado y el experico Marc Navarro). Empezamos a ver los rumores y, conforme pasaban los días, ibas confirmando que era cierto. Sinceramente, no tengo ni idea de qué pasó. Nadie nos ha dicho nada.
¿Le sorprendió, pues?
Desde luego, y más después de lo que hicimos, de conseguir el objetivo de entrar en Europa. Yo le deseo la mayor de las suertes, porque en realidad me lo dio todo. Gracias a él en parte estoy donde estoy así que se lo agradezco.
Ahora, a priori, suben otros dos: Pol Lozano y Campuzano. ¿Los puede describir?
Pol es un jugador pequeño pero va a todas, le da igual meter donde sea, y lo hace fácil: al fin y al cabo, un pivote defensivo debe hacerlo así porque se juega la salida de balón. Lo hace espectacular y defensivamente trabaja un montón, roba muchos balones. Y Campuzano no es un ‘nueve’ de aguantar mucho el balón pero sabe jugar de cara, con espacios es muy rápido y tiene gol, que es lo que se necesita de un delantero.
¿Ha estado siguiendo el Europeo Sub-21? ¿Cómo ha visto a Marc Roca?
Muy bien. Ojalá pueda ser titular (en la final de esta noche) porque eso tiene que ser espectacular. Es que en realidad él es un jugadorazo. Ojalá que se queden él y los demás, que sigamos todos, porque los necesitamos.
¿Siente uno orgullo por pertenecer a esta cantera?
Este club forma parte de los jugadores que suben, porque no es adinerado, por lo que debe buscar otros recursos. Y la cantera es espectacular, de las mejores de España sin ninguna duda.