El camino a Segunda pasa por imponer el estilo de juego
La eliminatoria en general va a ser la batalla de los estilos. El que logre imponer su manera de entender el fútbol estará muy cerca del ascenso.
EI Racing comienza esta tarde su temporada. Todo lo acontecido durante los diez meses anteriores, desde que empezara a entrenar a primeros de julio, no ha sido más que un calentamiento para el playoff. Una institución tan grande, con tanta historia, con tanta afición detrás, no puede aguantar un minuto más en Segunda B. Es un tiburón en una pecera. Se ahoga. Por eso, el esfuerzo económico realizado este año no tiene más que un objetivo: subir. Y ahí, en el ascenso, por más que haya sido 33 semanas líder y gobernado con mano de hierro su Liga, estará la frontera entre el éxito y el fracaso.
La exigencia con la que su rival, el Atlético Baleares, afrontaba la temporada era mucho menor, sobre todo si se tiene en cuenta que hace un año se salvó del descenso en la última jornada. Los balearicos mantuvieron la confianza en Manix Mandiola, hicieron un equipo de acuerdo a las características de su campo, pequeño, de hierba artificial, ideal para el juego directo y la estrategia, y con una segunda vuelta impresionante se ha llevado el Grupo III y ya no renuncia a nada.
Al partido llegan los de Mandiola con la plantilla al completo, mientras que Iván Ania no va a poder contar con Jordi Figueras, Ritchie Kitoko y el joven Rafa Tresaco.
Dos estilos. El partido, la eliminatoria en general, va a ser la batalla de los estilos. El que logre imponer su manera de entender el fútbol estará muy cerca del ascenso. El de los cántabros más combinativo, con mucha utilización de los carriles de fuera y más talento en el uno contra uno, frente al juego directo, de balones a la frontal y lucha por la segunda jugada que caracteriza a los de Palma.
A priori, sus respectivos estadios, El Sardinero y Son Marferit, son armas a aprovechar por cada equipo cuando le toca de local. Hoy, una alfombra grande, impecable, de hierba natural, debiera poner una alfombra verde a las aspiraciones racinguistas.