Espectáculo Aubameyang
El Valencia se adelantó con gol de tempranero de Gameiro, pero acabó sucumbiendo con triplete del gabonés y otro tanto de Lacazette. Otra final para Emery.
El Valencia se tiene que conformar con jugar solo la final de Copa de Sevilla, que todo sea dicho cualquiera de los suyos lo hubiera firmado en enero. El Arsenal, mejor dicho, Aubameyang y Lacazette, le dejaron sin otra final con la que honrar su Centenario. No irá Marcelino a Bakú; lo hará Emery, que vuelve a meter a un equipo en la final de la Europa League. El vasco no pierde una eliminatoria en este torneo desde hace seis años. Ganó tres títulos seguidos con el Sevilla y, tras su pasó de dos años por el PSG en la Champions, repite candidatura a título en su estreno por Londres.
Que Emery tiene más pegada que equipo ha quedado demostrado a lo largo de la eliminatoria. Lacazette y Aubameyang van por libre; están a otro nivel. Los demás del Arsenal intentan no perder y ellos se encargan de hacer los méritos para ganar. De la nada gestaron el gol del empate. De un saque de puerta y de su excelsa calidad. Lacazette peinó el balón tras ganarle el salto a Gabriel Paulista y el golpeo de Aubameyang desde la frontal fue tremendo; de allí la quiero, ahí la pongo.
Se repetía el guión de la ida en el Emirates. Porque habían transcurrido solo cinco minutos desde el éxtasis que provocó el gol de Gameiro. El francés, hombre Europa League con mayúsculas, puso por delante al Valencia en el partido y de lleno en la eliminatoria. Lo hizo aprovechándose de un contragolpe gestado por Guedes e interpretado a la perfección por Rodrigo, una acción en la que se evidenciaba que la zaga no es el fuerte del Arsenal. "Sí se puede", gritaba el estadio. Pero Mestalla cogió frío con el zapatazo de Aubameyang.
El gol del Arsenal le metió prisas en el cuerpo a los blanquinegros y también temor por si les arreaban otro mazazo seguido como en Londres. Guedes, por citar a uno que más pecó de ello, quería hacer el tercero sin pasar por el segundo y así cometía más imprecisiones que aciertos. Ni Gameiro ni Rodrigo volvieron a mirar hasta el descanso a Cech a los ojitos y el único ‘uyyy’ de la grada llegó tras un lanzamiento de falta de Parejo. Bueno, también se escuchó otro ‘uyyy’ en la grada visitante, que llegó, cómo no, tras otra acción de Aubameyang y Lacazette, que fue quien esta vez golpeó al póster por fuera.
Lo mejor que le podía pasar al Valencia era marcharse al vestuario con empate y allí aclarar ideas e intenciones; lo peor que le sucedió fue que, nada más volver, Aubameyang y Lacazette hicieron otra vez de las suyas. Esta vez el orden de los factores fue distinto, si bien, el producto fue el mismo. Esta vez Aubameyang fue el que peleó por el balón y Lacazette quien fusiló a Neto. De nuevo hubo desorden y desconcierto en la zaga de Marcelino, que se ha visto superada por los cañoneros de Emery como pocas veces antes en los dos años del asturiano por el banquillo ché.
Por más que restarán 39', por más que estuvieran de cuerpo presente las gestas de Liverpool y Tottenham, inclusive más allá de que Gameiro pusiera el 2-2 en el 58', en Mestalla había más deseo que convencimiento, más no querer tirar la toalla que creer a esas alturas que fuera posible la remontada. El Valencia no tiene (ni de lejos) la pegada del Arsenal y así era difícil, por no decir imposible, jugársela a golpes de ataques suicidas, que era lo único que le quedaba a los blanquinegros.
Para colmo de males en la grada se vivía un conflicto paralelo e interno, que era precisamente todo lo contrario a lo que necesitaba la velada. El silencio durante muchas fases del partido de la CurvaNord por desaveciencias con Anil Murthy provocó que el resto de Mestalla se lo reprochara. Inclusive dentro de la propia grada de animación se vivió tensión entre los que querían dar aliento y los que se mantenían firmes en su forma de protestar. Entre reproches de unos y otros, Aubameyang, en sendos gestos de cazador furtivo, anotaba el tercero en el 69' y también el cuarto en el 89'. El público de Mestalla, antes de irse a casa, le reconoció su actuación con aplausos. Qué bestia.