Valverde y la pizarra en Anfield
El técnico ya trabaja en el partido de Liverpool desde dos sectores: la alineación y corregir los errores del partido de la ida.
"No nos interesa que pase nada extraordinario". Aquella frase de Ernesto Valverde antes del partido de vuelta de Roma todavía debe andar dándole vueltas en la cabeza. Porque pasó lo extraordinario. El Barça perdió 3-0 después de llevar una 'escandalosa' ventaja de 4-1 en la ida y con una sensación poderosa de superioridad de músculo financiera y deportiva que se fue al traste.
Pero pasó lo extraordinario. Por eso Valverde se puso manos a la obra desde este jueves en minimizar los riesgos para Anfield desde dos vertientes. Una, la propia. Valverde quiere un Barça serio y protagonista en Anfield. Que no juegue a ver pasar los minutos. Que pretenda ganar el partido. Otra, la del rival. Explorar las fortalezas del Liverpool y minimizarlas. Que más allá de análisis superficiales, es lo que hizo en la ida.
Su alineación es una incógnita. Que el Barça se pondrá 4-4-2 en Anfield es una certeza. Messi y Suárez, descolgados. Y un ejército de ocho futbolistas en dos líneas de cuatro para contener a los reds. La duda está en la alineación. Repetir la de la ida es una opción. Valverde puede querer no dar la sensación de debilidad ni de dependencia del rival. Ahí se justificaría un 4-4-2 con Vidal tirado a la derecha y Coutinho a la izquierda. Pero puede matizar. Sin ir más lejos, esta temporada en el Benito Villamarín jugó con cuatro centrocampistas puros: Vidal, Busquets, Arthur y Rakitic. El croata, un ejemplo de obediencia y rigor táctico, tirado a la izquierda. Todo para proteger el juego interior y de toque del Betis.
Nada tiene que ver el Betis, de juego interior y de toque, con el Liverpool, de ritmo desbocado y subida de laterales. Pero precisamente por eso puede jugar con jugadores ordenados y obedientes en el balance defensivo a los que no les importe regresar. La otra opción es jugar como acabó el pasado miércoles. Con Semedo de lateral y Sergi Roberto de interior. Vidal ahí pasaría a la izquierda para ayudar a Alba con Salah.
Valverde tiene claro qué hicieron bien y mal en la ida. Bien, hasta muy bien, la defensa del balón parado. Un equipo con Van Dijk y Matip casi no asustó desde la esquina. También la defensa de las transiciones y el estático en general. El Barça sufrió con la posición de Salah y Mané en la primera parte. Los dos se filtraron entre lateral y central. El egipcio fue una pesadilla para Alba (tarjeta) y Lenglet (tarjeta) y el senegalés, para Sergi Roberto y Piqué. Las llegadas de segunda línea también fueron un problema. El jugador que más disparó del Liverpool fue Milner. En la primera parte con la derecha (fuera) y en la segunda con dos llegadas que salvó Ter Stegen. Los centrocampistas deben vigilar las apariciones y los delanteros, por más estrellas que sean, deben entorpecer el inicio de la jugada.
"No nos interesa que pase extraordinario", insistió Valverde ese día. Seguramente, lo mejor para eso es lo que pretende para Anfield el próximo martes. Dar una lección de personalidad y plantarse en Liverpool para ganar el partido. Algo así como lo que hizo la Juventus hace dos años en el Camp Nou, cuando después de ganar 3-0 la ida en Turín empató en el Estadi sin sufrir y perdonando la victoria. Toda Europa estará mirando y el Barça necesita una autoconfirmación de imagen.