La hora de los tapados
El Tottenham llega al partido agotado, herido. El Ajax es posiblemente el favorito el por estado de forma de sus jugadores y por resultados.
En el partido de los valientes, parece que la clave consistirá en manejar las sensaciones más nuevas (sigue el encuentro en directo en As.com). El Tottenham lleva al partido agotado, herido (lleva tres puntos de nueve en la liga), con las fuerzas que da saber que tras una maratón en asfalto le espera la posibilidad de una piscina hermosa y fría. Están a dos partidos de la copa más linda, a dos pasos de obtener el premio más inesperado. Pero les queda los últimos insufribles kilómetros antes de llegar a meta. Y las piernas están duras. La derrota ante el West Ham el fin de semana (con Son, que no estará en el partido de hoy) dio varias noticias negativas: siempre les ha costado marcar goles, pero ahora se crean menos ocasiones de gol. Y la falta de fortaleza física permitió al rival llegar con peligro a su área. Lo bueno es que Moussa Sissoko ha vuelto a entrenar y Verthongen regresa a la convocatoria tras descansar el sábado.
Sin embargo… Mauricio Pochettino convocará al niño que los futbolistas llevan dentro y que soñó con tener la posibilidad de jugar una final de Champions, recordará de dónde vienen, lo que hicieron para llegar hasta aquí. Y ya se sabe que el poder de la mente es inabarcable. Como hay fe ciega en lo que propone, el equipo le seguirá y como de costumbre se prerarará para todos los escenarios, incluyendo el más probable: que el Ajax lleve la iniciativa. Y si caen algún momento, tienen varias maneras de levantarse. De eso está hecho el Tottenham de Pochettino.
El Ajax por su parte está más descansado y eso, en el fútbol físico y de alta intensidad de hoy en día, y teniendo en cuenta la velocidad de sus puntas y la calidad y claridad de su distribución del balón es como empezar con un uno a cero arriba. La sensación nueva con la que debe lidiar no es física sino de otro tipo: se trata de expectativas, de esperanzas. Ya no son un equipo del que casi nadie sospecha que puede ganar, sino uno que es posiblemente favorito por estado de forma, por resultados recientes. Es una semifinal bonita. Nos la merecemos